jueves, 31 de enero de 2013

Luz que ilumina a las personas, luz que ilumina al mundo

 
Mc 4, 21-25

El Evangelio que nos presenta la Iglesia en el día de hoy es breve y tiene dos afirmaciones importantes. La primera, usando una comparación, Jesús dice que la luz se enciende y se coloca en un lugar adecuado para que ilumine, no se la oculta, no se la pone en un lugar en donde no pueda iluminar, no tendría sentido. Desde ahí, entonces, brota la enseñanza, la buena voluntad de las personas, las buenas obras que reflejan esa buena voluntad, deben ser como una luz, que ilumina a las personas, que ilumina al mundo.

Que importante esto, para nosotros, los creyentes, para quienes intentamos seriamente ser discípulos de Jesús, tener luz en el corazón, un buen corazón, pero tener luz también en las obras que brotan de ese buen corazón. Esto me parece que es lo que primero se desprende y se destaca de la enseñanza de Jesús.

Hay una segunda afirmación, que a primera vista resulta un tanto desconcertante, porque el Señor dice que al que tiene se le dará más, y que abundará y que le sobrará; pero al que no tiene, se le quitará aun lo poco que tiene. Cómo se entiende esto en la enseñanza de un Señor que es tan bondadoso y tan justo. Creo que la interpretación de este pasaje camina por este lado, el Señor Jesús ofrece a todos su cercanía, su amistad, esto es lo más importante, la amistad que Jesús ofrece, y junto a eso todo lo necesario para aceptar y para crecer en esa amistad. Si uno acepta ese ofrecimiento, recibe nuevos beneficios en el mismo orden y crece, entonces lo que era una amistad germinal, apenas inicial, si uno la acepta, si uno se alegra de esa amistad, si uno la corresponde, va recibiendo nuevos dones que hacen que esa amistad se haga más profunda, más intensa. Si por otra parte, en cambio, uno no acepta, rechaza ese ofrecimiento, o no responde, no solamente no recibe los dones que hubiera recibido si aceptaba, si no que pierde los dones iniciales.

Es interesante pensar que ese perder los dones iniciales no siempre sucede por mala voluntad; muchas veces acontece por indolencia, por dejadez, por indiferencia, podemos estar frente a una cosa importante y pasar como si no significara nada para nosotros.

Este Evangelio es una advertencia, una invitación para estar atentos, para ser generosos, para no tener miedo y para dar una respuesta; una respuesta generosa al Señor y gozar del regalo de su amistad, y al don inicial se le sumarán otros dones.

(Monseñor Carlos Ñañez - Oleada Joven)

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