Queridos hermanos en Jesús y Mamá María:
Hoy os ruego nos tengáis en oración a mi familia y a mi, especialmente a mi marido. Mañana 21 de diciembre nos enfrentamos a un juicio contra el Ayuntamiento de nuestra ciudad por la licencia que le concedieron a un bar que está situado en lo que supuestamente era el garage de mi casa, y que no es parte de la propiedad de mi casa unifamiliar. Dicho bar nos ha provocado muchos daños a nuestra familia, desde acosos y agresiones hasta daños en nuestras pertenencias -pinchazos de ruedas del coche, taponamiento de la cerradura de entrada a la cas, etc -. Estos daños, aparte de los ruidos intolerables, nos obligaron a acogernos en casa de un familar hasta que, Dios lo quiera, se vayan resolviendo los problemas, problemas que no hemos tenido más remedio que llevar a los tribunales, ya que la via administrativa, de la que hemos agotado todas las posibles vías, no nos ha resuelto. El Señor nos está mandado muchas pruebas, y sabemos que todo lo que El permite es para nuestro bien, pero solo pedimos Justicia y poder vivir en el hogar que tantos sacrificios no está costando pagar. Os pedimos recéis para que mañana, el Espíritu Santo de tranquilidad a mi marido e inspire tanto a nuestro abogado y a la Jueza, y todo salga para bien, si ese el el designio del Señor.
Sor María de la Eucaristía quería encender las velas para una
procesión.No tenía cerillas, pero al ver la lamparilla que arde ante las
reliquias, se acercó; pero, ¡ay!, la encontró medio apagada, no quedaba más
que un débil destello en la mecha carbonizada. Sin embargo, consiguió
encender su vela, y, gracias a su vela, se fueron encendiendo todas las de
la comunidad. Fue aquella lamparita medio apagada la que produjo aquellas
hermosas llamas que, a su vez, hubieran podido producir infinidad de otras
e incluso incendiar el universo. Sin embargo, la causa primera de ese
incendio se debería siempre a aquella lamparita. ¿Podrán entonces las
hermosas llamas, sabiendo esto, gloriarse de haber provocado semejante
incendio, cuando ellas mismas sólo se encendieron gracias a aquella
centellita?...
Lo mismo ocurre con la comunión de los santos. Muchas veces, sin
que nosotros lo sepamos, las gracias y las luces que recibimos las debemos
a un alma escondida, porque Dios quiere que los santos se comuniquen la
gracia unos a otros por medio de la oración, para que en el cielo se amen
con un gran amor, con un amor todavía mucho mayor que el amor de la
familia, hasta el de la familia más ideal de la tierra. ¡Cuántas veces he
pensado si no podría yo deber todas las gracias que he recibido a las
oraciones de un alma que haya pedido por mí a Dios y a la que no conoceré
más que en el cielo!
Sí, una centellita muy pequeña puede hacer brotar grandes lumbreras
en toda la Iglesia, como doctores y mártires, que estarán muy por encima de
ella en el cielo; ¿pero quién podría afirmar que la gloria de aquellos no
se convertirá en la suya propia?
En el cielo no habrá miradas de indiferencia, porque todos los elegidos
reconocerán que se deben mutuamente las gracias que les han merecido la
corona.
Santa Teresita del Niño Jesús (1873-1897), carmelita descalza, doctora de la Iglesia
Últimas conversaciones, 15/07/1897
Como decía Santa Teresita sobre la comunión de los santos:
Sor María de la Eucaristía quería encender las velas para una
procesión.No tenía cerillas, pero al ver la lamparilla que arde ante las
reliquias, se acercó; pero, ¡ay!, la encontró medio apagada, no quedaba más
que un débil destello en la mecha carbonizada. Sin embargo, consiguió
encender su vela, y, gracias a su vela, se fueron encendiendo todas las de
la comunidad. Fue aquella lamparita medio apagada la que produjo aquellas
hermosas llamas que, a su vez, hubieran podido producir infinidad de otras
e incluso incendiar el universo. Sin embargo, la causa primera de ese
incendio se debería siempre a aquella lamparita. ¿Podrán entonces las
hermosas llamas, sabiendo esto, gloriarse de haber provocado semejante
incendio, cuando ellas mismas sólo se encendieron gracias a aquella
centellita?...
Lo mismo ocurre con la comunión de los santos. Muchas veces, sin
que nosotros lo sepamos, las gracias y las luces que recibimos las debemos
a un alma escondida, porque Dios quiere que los santos se comuniquen la
gracia unos a otros por medio de la oración, para que en el cielo se amen
con un gran amor, con un amor todavía mucho mayor que el amor de la
familia, hasta el de la familia más ideal de la tierra. ¡Cuántas veces he
pensado si no podría yo deber todas las gracias que he recibido a las
oraciones de un alma que haya pedido por mí a Dios y a la que no conoceré
más que en el cielo!
Sí, una centellita muy pequeña puede hacer brotar grandes lumbreras
en toda la Iglesia, como doctores y mártires, que estarán muy por encima de
ella en el cielo; ¿pero quién podría afirmar que la gloria de aquellos no
se convertirá en la suya propia?
En el cielo no habrá miradas de indiferencia, porque todos los elegidos
reconocerán que se deben mutuamente las gracias que les han merecido la
corona.
Últimas conversaciones, 15/07/1897
Gracias a todos los que participáis de este blog, hecho por nosotros para mayor gloria de Dios Nuestro Señor.
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