Sencillez.
Divino Niño Jesús enséñame la sencillez. Que al igual que tú eres sencillo, por ser Niño y por ser Dios, que yo también sea sencillo, sin dobleces y simple como eres tú.
Sé que amas la simplicidad, porque quienes son simples se parecen a Dios, a ti, y por eso los amas.
Y la sencillez va de la mano con la sinceridad, porque quien miente y finge, no puede ser jamás sencillo.
Divino Niño, enséñame a ser simple como los pastores que te fueron a saludar en Belén, porque ellos, por ser tan sencillos, merecieron la manifestación de los ángeles, y verte a ti, Dios Niño, en el pesebre, y junto a ti a la Reina del Cielo y de la Tierra, María Santísima.
¡Cuánto amas a los humildes y sencillos, Señor! Y yo quiero que me ames mucho también a mí, porque tu amor es consuelo en la vida, ya que no se puede vivir sin amor, y menos se puede vivir sin tu amor, el amor de un Dios.
Niño Jesús, ayúdame a imitarte en todo, porque si tú quisiste pasar por la etapa de la niñez, fue para un fin, de lo contrario no te hubieras humillado tanto si no fuera porque de ello se derivaba un gran bien para la humanidad. Y el gran bien es que aprendiéramos de ti a ser pequeños y sencillos, niños en el espíritu, para que Dios esté contento de nosotros, porque nos parecemos a Él.
Del Diario de Santa Faustina Kowalska:
+ La Hora Santa. Durante esta hora procuraba meditar la Pasión del Señor. No obstante mi alma fue inundada de gozo y de repente vi al pequeño Niño Jesús. Y su Majestad me penetró y dije: Jesús, Tú eres tan pequeño, pero yo sé que Tú eres mi Creador y Señor. Y Jesús me contestó: Lo soy y trato contigo como un niño para enseñarte la humildad y la sencillez. (Diario # 184)
+ Jueves. Al empezar la Hora Santa, quería sumergirme en la agonía de Jesús en el Huerto de los Olivos. De repente oí en el alma la voz: Medita los misterios de la Encarnación. Y de pronto, delante de mi apareció el Niño Jesús de una belleza resplandeciente. Me dijo cuánto agradaba a Dios la sencillez del alma. Aunque Mi grandeza es inconcebible, trato solamente con los pequeños, exijo de ti la infancia del espíritu. (Diario # 332)
Ahora veo claramente cómo Dios obra por medio del confesor y cómo es fiel a sus promesas. Hace dos semanas el confesor me ordenó meditar sobre la infancia del espíritu. Al principio eso me resultaba algo difícil, sin embargo, el confesor sin hacer caso a mi dificultad, me ordenó continuar la meditación sobre la infancia del espíritu. En la práctica esta infancia debe manifestarse así: El niño no se ocupa del pasado ni del futuro, sino que aprovecha el momento presente. Deseo destacar esta infancia del espíritu en usted, hermana, y doy a eso mucha importancia. (Diario # 333)
Veo cómo [el Señor Jesús] se inclina a los deseos del confesor, ya que en este período no se me aparece como maestro en la plenitud de fuerzas y de humanidad como adulto, sino que se me aparece como un niño pequeño. Este Dios infinito, se humilla hasta mí bajo la apariencia de un niñito pequeño. Pero la mirada de mi alma no se detiene en la superficie. Aunque tomas la apariencia de un niñito pequeño, yo veo en Ti al Inmortal, al Infinito Señor de los señores, adorado (141) día y noche por los espíritus puros, para el cual arden los corazones de los serafines con el fuego del amor purísimo. Oh Cristo, oh Jesús, deseo superarlos en el amor hacia Ti. Les pido el perdón, oh espíritus puros, por haber osado compararme con ustedes. Yo, un abismo de miseria, una vorágine de miseria, pero Tú, oh Dios, que eres un abismo inconcebible de misericordia, absórbeme como el ardor del sol absorbe una gota de rocío. Tu mirada amorosa allana todo abismo. Me siento sumamente feliz de la grandeza de Dios. Ver la grandeza de Dios, es para mi absolutamente suficiente para sentirme feliz por toda la eternidad. (Diario # 334)
Una vez, al ver a Jesús bajo la apariencia de un niñito pequeño, pregunté: Jesús, ¿por qué ahora tratas conmigo tomando el aspecto de un niñito pequeño? Después de todo, yo veo en Ti a Dios Infinito, al Creador y a mi Señor. Jesús me contestó que hasta que yo no aprendiera la sencillez y la humildad, trataría conmigo como a un niño pequeño. (Diario # 335)
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