jueves, 24 de enero de 2013

24 de enero, Nuestra Señora de la Paz, Toledo, España


La advocación de la Santísima Virgen María como Nuestra Señora de la Paz, se originó en la ciudad española de Toledo, hacia fines del siglo XI. Desde ahí se extendió su devoción por toda España, y más tarde pasó a América, donde todas las naciones que fueron dominadas y civilizadas por España profesaron una veneración muy especial por Nuestra Señora de la Paz.

Está estrechamente ligada a San Ildefonso, que fue uno de los más importantes obispos de la Iglesia en España y uno de esos grandes maestros en la fe a los que los creyentes llamamos “doctores”…

Entre sus abundantes enseñanzas destaca un entrañable amor a la Santísima Virgen María, que se esforzó por hacer venerar cada vez más en su Toledo del siglo VII y desde allí en toda la Península.

En la vida de San Ildefonso, arzobispo de Toledo y devoto fervientísimo de la Virgen Maria, se relata cómo el 18 de diciembre del año 645, tras el décimo concilio toledano, el santo prelado, en compañía de su séquito, se dirigió pasada la medianoche a la Catedral para cantar los maitines.

Al tiempo de entrar se produjo en el altar un fuerte resplandor que no podían resistir los ojos corporales. Los acompañantes de San Ildefonso huyeron asustados, pero éste avanzó resueltamente y vio a la Santísima Virgen, que había descendido de los cielos y estaba sentada en el trono episcopal del santo. La Madre de Dios habló con dulces palabras a su fiel servidor y le entregó una casulla (manto festivo para celebrar la Santa Misa), después de lo cual desapareció.

Por aquel particular beneficio, la Iglesia de Toledo decretó que el día 24 de Enero, un día después de la fecha en que se conmemora la muerte de San Ildefonso, se celebrase en todo el arzobispado, con festividad especial, el memorable descenso de la Virgen María a la Iglesia Catedral. Por lo tanto, desde el siglo VII, la Catedral de Toledo quedó consagrada a la Santísima Virgen.

LA PROCLAMACIÓN DE LA REINA DE LA DE LA PAZ

Su nombre de Nuestra Señora de la Paz le fue impuesto tres siglos después, en el año de 1085, por un acontecimiento memorable que pasamos a relatar.

Precisamente en el año de 1085, Alfonso VI, llamado el Bravo, rey de Asturias y de León, reconquistó de los moros la ciudad de Toledo. Una de las condiciones estipuladas en el tratado de paz fue la de que el templo principal de la ciudad quedase como mezquita a los moriscos.

El rey Alfonso firmó el tratado y enseguida se ausentó de Toledo, dejando a su esposa, la reina Constanza como gobernadora de la plaza. Pero sucedió que los cristianos consideraron como cosa indigna que, si eran dueños de la ciudad, no lo fuesen de la Iglesia Metropolitana consagrada a la Santísima Virgen.

En consecuencia, los cristianos fueron a presentar sus quejas ante el arzobispo Don Rodrigo y ante la reina Constanza, quienes compartieron su horror de que la Catedral sirviese para los cultos del falso profeta Mahoma y apoyaron sus peticiones.

Alentados por aquella tácita autorización, los cristianos trataron de apoderarse de la Catedral con gente armada, sin tener en cuenta el compromiso del rey ni el peligro a que se exponían en aquella ciudad donde era mayor el número de infieles.

En efecto, los moros, al advertir el ataque, tomaron también las armas y, juzgando que el rey Alfonso quebrantaba el pacto juramentado, se lanzaron furiosos contra los cristianos para vengar la injuria. Se entabló el recio combate frente a la Catedral y no cesó hasta que la reina y el arzobispo se presentaron en el campo de batalla para aclarar que el ataque se había lanzado sin saberlo el rey.

Enseguida, los moros enviaron embajadores al monarca para denunciar el atentado, y volvió Don Alfonso a Toledo precipitadamente, con el firme propósito de hacer un escarmiento en la reina, el arzobispo y los cristianos, por el quebrantamiento que habían hecho a su real palabra.

Tan pronto como los cristianos de la ciudad tuvieron noticia de la cólera del rey, salieron a su encuentro en procesión, encabezados por el arzobispo, la reina y la hija única de Don Alfonso. Pero ni las súplicas de aquellos personajes, ni los ruegos del pueblo para que los perdonase, atento al motivo que los animó al ataque y que no era otro que el de tributar culto al verdadero Dios en la gran iglesia de Toledo, consiguieron que el monarca accediese a faltar a su honor y a la palabra que había empeñado.

Don Alfonso anunció a los solicitantes, que la Catedral quedaría en poder de los infieles como lo había prometido. Pero en ese momento se produjo un acontecimiento extraordinario, que todos tomaron como una señal de que Dios había escuchado sus plegarias. Los moros tomaron en consideración el peligro a que se exponían si mantenían el culto a Mahoma en la iglesia principal de aquella ciudad cristiana y enviaron al encuentro del rey a una comitiva de sus jefes. Los embajadores salieron de Toledo y, postrados ante Don Alfonso, le suplicaron que perdonase a los cristianos y que se comprometían a devolverle la Catedral.

Grande fue el regocijo del rey y el de su pueblo que vieron en aquella solución inesperada una obra de la Divina Providencia. El monarca ordenó, con el beneplácito del arzobispo y de todos los fieles que, al día siguiente, precisamente un 24 de enero, se tomase posesión de la Catedral y se hiciesen festividades especiales en honor de la Virgen María de la Iglesia Metropolitana, a la que, por haber restablecido la paz en la fecha de su fiesta, se la veneraría en adelante como a Nuestra Señora de la Paz.

Aquel 24 de enero de 1085, se realizaron en Toledo magníficas ceremonias y espléndidas procesiones en honor de Nuestra Señora de la Paz, con cuyo título se venera hasta hoy a la Madre de Dios.

Desde entonces, primero toda España, después América, fueron reconociendo con gratitud este título a la Santísima Virgen.

LA CATEDRAL DE TOLEDO
Construida en el año 1226 bajo el reinado de Fernando III y promovida por el arzobispo Giménez de Rada, de estilo gótico con planta de salón de cinco naves siendo la central de poca altura.

En el lugar en el que hoy ocupa se contruyó otra iglesia en honor del Salvador y Santa María (en el s. IV) por orden del arzobispo Melancio; más tarde el visigodo Recaredo, el 14 de abril del 587 inauguró la Iglesia de Santa María y los musulmanes la Mezquita Mayor que hicieron uso de ella hasta el mismo año de la reconquista por Alfonso VI en el año 1085 de Nuestro Señor.

En este año de 1085 fue nombrada en honor de Nuestra Señora de la Paz, teniendo en cuenta que fue tomada por la fuerza aún habiendo un tratado de rendición en el que la Mezquita sería musulmana.

La construcción duró hasta el año 1493, es decir más de dos siglo
s y medio. Pasaron por ella los mejores arquitectos de la época, como el Maestro Martin (s. XIII), Petrus Patri (finales s. XIII) Juan Guas (s. XV) y Hanequín de Bruselas (s. XV) entre otros.

De todas las puertas de la catedral la más importante es la de Llana (obra de Ignacio Hann del año 1800), por aquí sale la procesión del Corpus Christi. Ya en la Capilla Mayor podemos admirar el retablo, obra de Copin de Holanda, Felipe y Juan de Borgoña y Francisco de Amberes, entre otros. Este magnifico retablo paso por las manos de 27 artistas, toda una maravilla del arte de la época.

Existen infinidad de capillas, todas ellas obras maestras de obligada visita, entre las más importantes desde el punto de vista de la antigüedad son: Capilla del Corpus Christi (s. XIII), capilla de los Reyes Viejos (s. XIII), la de los Reyes Nuevos (s. XIV) y capilla de San Pedro (s. XV). En una de ellas, la del Condestable, yace don Álvaro de Luna y su esposa, Juana de Pimentel.

Ya en época de los Reyes Católicos Toledo acogió al infame Tribunal de la Inquisición (1485) y en ella se tomó pocos años después, en el año 1492 la expulsión de los judíos.

MONUMENTO A NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ EN VENEZUELA
El monumento más importante a Nuestra Señora de la Paz fuera de España se encuentra en Venezuela.

Está ubicado en el cerro la Peña de la Virgen, a pocos kilómetros en dirección noreste de la ciudad de Trujillo y a una altura de 1.700 metros por encima del nivel del mar, constituyendo uno de los principales atractivos turísticos de la región. Este monumento fue diseñado por el arquitecto Manuel de la Fuente e inaugurado el 21 de diciembre de 1983 por el entonces Presidente de la República, Luis Herrera Campins.

La leyenda cuenta que allí se apareció la Virgen María en el año 1570, un año después de la fundación de la cuidad.

Esta virgen figura como una de las estatuas más altas del mundo en su estilo, comparable con la Estatua de la Libertad en Nueva York o el Cristo Corcovado en Río de Janeiro. Es un sitio de recogimiento para los trujillanos, y aún cuando no es una iglesia es uno de los lugares religiosos por excelencia.

Este monumento tiene 46,72 metros de altura, pesa 1.200 toneladas y consta de cinco miradores.

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ
Señora del mundo
y Reina de la Paz,
abraza a los hombres
en la caridad,
aleja los odios de la humanidad,
y lleva a tus hijos
al místico hogar.

Tú eres la Madre
del Rey de la Paz;
por eso Tú puedes
del suelo alejar
la sangre y el llanto,
la muerte y el mal.
¡Entrega a los hombres
el don de la Paz!

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