domingo, 16 de diciembre de 2012

16 DE DICIEMBRE, VIGÉSIMO SEXTO DÍA DE PREPARACIÓN PARA LA CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA


MENSAJE

«Queridos hijos: los he llamado aquí a mi alcoba para extenderles a ustedes esta agradable noticia de alegría. Les hago el llamado de los siglos. Los invito a convertirse en mi Triunfo. Les pido solamente ir hacia adelante a compartir la gracia que he concedido a cada uno de ustedes.


Deseo que ustedes extiendan la devoción a Mi Inmaculado Corazón por medio de la Consagración de sus corazones. Deseo que ustedes enciendan todas las almas al regalo que ustedes están recibiendo. Recuerden esto: los invito a reunirse aquí en esta alcoba, creen una unidad celestial: la unidad de Madre e hijo.


Tráiganme sus corazones el día de su consagración, vengan juntos ecuménica, universal y globalmente. Eleven sus peticiones para el cumplimiento de mi Triunfo como nunca antes. Yo estaré con ustedes.


Vendré a recibirlos dentro de mi Inmaculado Corazón, concédanme mi ardiente deseo, queridos hijos.» (Septiembre 11 de 1.993)


GUÍA


Nuestra Señora fue creada para Dios solamente y nunca ha conservado nada para Ella misma. Ella le presenta y le da todo a Dios uniéndose a Él, con mucha más perfección que el alma que está unida a Ella. Nuestra Señora es el eco de Dios. A través de su Corazón, nosotros habremos encontrado la salvación eterna; María le da vida al alma así como Ella le dio la vida a Jesús.


Ella es mediadora con las almas que son puras de corazón y buenas intenciones, y les da la razón de su ser y el poder fructificar en las virtudes con que Ella misma fue adornada. Nuestra mente será iluminada por su fe pura, el corazón será bañado por su humildad, inflamado por su caridad, hecho limpio por su pureza y hecho noble y grandioso por su constante abrazo maternal. Estos son los frutos de nuestra consagración a su Inmaculado Corazón.


DIRECCIÓN


Debemos acercarnos a Nuestra Señora con un corazón lleno de agradecimiento por las intensas e inmensas gracias y regalos vertidos en nuestra alma por su permanencia en nuestros corazones. La retribución más importante que recibimos de Nuestra Señora por nuestra consagración, es que Ella nos ama con un amor inconmensurable para el criterio humano.


Ella acoge, nutre el alma infantil, conduce y dirige cada alma personalmente. La Santísima Virgen nos defiende y protege contra nuestros enemigos y contra nosotros mismos. Finalmente, Ella intercede ante Dios Padre en el Cielo por cada alma puesta a su cuidado. Ella la preserva, la cuida, la vigila y retiene en cada corazón la gracia de su Inmaculado Corazón. Nuestra Señora vive en el centro de nuestros corazones debido a la alianza de la consagración.


MEDITACIÓN


¡Oh Inmaculado Corazón de María!, deseo presentarte mi inmutable esperanza para la conversión. Aumenta en mí el fuego del sagrado amor. Envía tus santos ángeles a abanicar las llamas de este amor para que pueda embelesar mi corazón y hacer fructífera mi consagración. Ayúdame a orar en todos los momentos, Madre querida, para que yo pueda permanecer siempre en la presencia de tu Santísimo Hijo. Une mi alma con el Espíritu Santo para que pueda ganar la gracia de la Evangelización, de la santificación y de la oración continua.


«Alégrate, llena de gracia, el Señor esta contigo». (Lucas 1:28)



ORACIONES DIARIAS
Las siguientes oraciones «deben ser recitadas
antes o después de la meditación de cada día,
según el texto de cada uno de los días»
CORONILLA DE VIRTUDES
Nuestra Señora tenía en su mano izquierda una coronilla rosada
y dorada y rezaba con la mano derecha. Ella recitaba todas las oraciones
muy despacio y reverentemente con mucho amor.
En la oración de esta coronilla Nuestra Señora hace una promesa,
la promesa de la perseverancia en la oración para el crecimiento de las
virtudes: la siembra de las semillas de santidad por las cuales la
gracia será cultivada. Esta coronilla contiene todas las virtudes que
Nuestra Señora desea encontrar en nuestras almas. Las gracias
contenidas en esta coronilla de oraciones son para guiar y dirigir nuestras
almas para lograr estos dones del Cielo. Por medio de estas siete
virtudes, nuestra alma vuela a las manos de Dios Padre.
«Queridos míos: estas oraciones son para obtener las
virtudes. Se empieza con el Credo, luego sigue la Consagración a Mi
Corazón Inmaculado y después el Ángelus. Posteriormente se reza la
virtud seguida por el Padre Nuestro, el Gloria al Padre y la oración al
Espíritu Santo. Después se recita la siguiente virtud y así se contemplan
las siete virtudes: Fe, Esperanza, Caridad, Humildad, Paciencia,
Perseverancia y Obediencia.
Octubre, 1 de 1.992
EL CREDO
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue
concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María
Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto
y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre
los muertos, subió a las cielos y está sentado a la derecha de Dios,
Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los
santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida
eterna. Amén.


CONSAGRACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
Oh Señora mía, Oh Madre mía! Yo me entrego del todo a Vos; y
en prueba de mi filial afecto, os consagro en este día, mis ojos, mis
oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy
todo vuestro Oh Madre de bondad, guardadme y defendedme como
hijo y posesión vuestra.
Amén
EL ÁNGELUS
V. El ángel de Señor anunció a María.
R. Y Ella concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
Ave María……
V. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mí según tu palabra.
Ave María……
V. Y el Verbo se hizo carne.
R. Y habitó entre nosotros.
Ave María……
V. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de
Nuestro Señor Jesucristo.
Amén
Oremos: «Infunde Señor tu gracia en nuestros corazones, para
que habiendo conocido por la voz del ángel el misterio de la Encarnación
de tu hijo, podamos llegar por los méritos de su Pasión y su Cruz a la
Gloria de la Resurrección. Por el mismo Cristo Nuestro Señor.
Amén


CORONILLA DE VIRTUDES
Para pedir:
1.Virtud de Fe
2.Virtud de Esperanza
3.Virtud de Caridad
4.Virtud de Humildad
5.Virtud de Paciencia
6.Virtud de Perseverancia
7.Virtud de la Obediencia
Con cada una de las virtudes se deben recitar las siguientes oraciones:
1. Padre Nuestro…
2. Gloria al Padre…
3. Oración al Espíritu Santo
Oración al Espíritu Santo: Ven Espíritu Santo, ilumina mi corazón,
para ver las cosas que son de Dios; Ven Espíritu Santo, dentro de mi
mente, para conocer las cosas que son de Dios; Ven Espíritu Santo,
dentro de mi alma, que yo le pertenezco solamente a Dios; Santifica
todo lo que yo piense, diga y haga para que todo sea para la gloria de
Dios. Amén
Diciembre 23 de 1991
¡OH MARÍA!
«Oh María; transforma mi corazón como el tuyo; colócale
alrededor una corona de pureza adornada con virtud; toma mi corazón
querida Madre consagrado como tuyo propio; preséntaselo a Dios Padre
como una ofrenda de mí para ti. Ayúdame, Oh María, en hacer tu corazón
más conocido cada día».
Marzo 19 de 1993
ORACIÓN DE PENTECOSTÉS
Mientras se reza esta oración dada por Nuestra Señora que
nuestros corazones estén abiertos para reconocer y aceptar los
obsequios del Espíritu Santo, y así avancemos confiadamente en esta
batalla por el triunfo del Inmaculado Corazón. Estamos llamados para
transformarnos en el reflejo de Cristo, un reflejo del rostro de Dios que
será una atracción para todos, para que su gloria sea magnificada a
través de nuestras vidas.
«Mis queridos hijos: hoy ustedes les traen tanta alegría a mi
Jesús. Yo les doy a ustedes una gran bendición de Dios. El desea
crear en sus hijos unidad y gloria a Su Nombre
Junio 6 de 1992
Espíritu de Cristo: despiértame; Espíritu de Cristo: muéveme;
Espíritu de Cristo: lléname; Espíritu de Cristo: séllame. Oh Padre
Celestial, conságrame a tu Corazón y Voluntad; se en mí una fuente de
virtudes, sella mi alma como la tuya para que tu reflejo en mí sea una
luz que todos vean».
Amén

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