domingo, 12 de agosto de 2012

La caridad con los necesitados


Conversión de San Pablo

La caridad con los necesitados

Por José Miguel Arráiz
Así dice el Señor
“Pues no faltarán pobres en esta tierrapor eso te doy yo este mandamiento: 
debes abrir tu mano a tu hermano, a aquel de los tuyos que es indigente y 
pobre en tu tierra.”Deuteronomio 15,11
No faltaron el en mundo antiguo pobres, no faltan hoy y no faltaran mañana. Ya lo decía 
el Señor:
“Porque pobres siempre tendréis con vosotros;…” Juan 12,8
Por eso este mandamiento del Señor: Tender siempre la mano a nuestros herma- 
nos, nunca olvidando al que es pobre y necesitado.
“En atención al mandamiento, acoge al indigente, según su necesidad no
le despidas vacío. Gasta dinero por el hermano y el amigo, que no se te enroñe bajo
la piedra y lo pierdas.Coloca tu tesoro según los mandamientos del Altísimo
          y te dará provecho más que el oro.” Eclesiástico 29,9-11
“Hijo, no prives al pobre del sustento, ni dejes en suspenso los ojos su- 
plicantes. No entristezcas al que tiene hambre, no exasperes al hombre 
en su indigenciaNo te ensañes con el corazón exasperado, no hagas 
esperar la dádiva al mendigo. No rechaces al suplicante atribulado, ni 
apartes tu rostro del pobre. No apartes del mendigo tus ojos, ni des a 
nadie ocasión de maldecirte. Pues si maldice en la amargura de su alma, su Hacedor 
escuchará su imprecación. Hazte querer de la asamblea, ante un grande baja tu cabe- 
za. Inclina al pobre tus oídos, responde a su saludo de paz con dulzura. 
Arranca al oprimido de manos del opresor, y a la hora de juzgar no seas 
pusilánimeSé para los huérfanos un padre, haz con su madre lo que hizo 
su marido. Y serás como un hijo del Altísimo; él te amará más que 
tu madre.” Eclesiástico 4,1-10
Para profundizar un poco en este mandamiento he querido hacer este estudio.
La caridad, el distintivo de los cristianos
“Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo 
os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos.” Juan 
15,12-13
En esto se conocen los cristianos, en que guardamos el mandamiento del Señor y nos 
amamos unos a los otros, y no de palabra sino en obras:
“En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los 
unos a los otros.»” Juan 13,15
“Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la 
verdad. En esto conoceremos que somos de la verdad, y tranquiliza- 
remos nuestra conciencia ante Él,” 1 Juan 3,18
Y por eso quien tiene bienes materiales y ve a su hermano pasando necesidad y le 
cierra el corazón no permanece en el amor de Dios:
“En esto hemos conocido lo que es amor: en que él dio su vida por nosotros. Tam- 
bién nosotros debemos dar la vida por los hermanos. Si alguno que posee bienes 
de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, 
¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios? “1 Juan 3,16-17
Ese fue el pecado del Rico, que aún sin matar ni robar fue indiferente ante el Lázaro 
que a la puerta de su casa mendigaba deseando hartarse con las migajas que 
caían de la mesa. Porque quien puede hacer bien y no lo hace comete pecado.
“Aquel, pues, que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.”  
Santiago 4,17
No seamos como el Rico, indolente ante las necesidades de nuestros hermanos, sino 
que le veamos como realmente es, como nuestro hermano que nos necesita.  
¿Cuántas veces vemos responder a los pobres con grosería? ¿Cuántas 
veces oímos o incluso nosotros mismos les decimos: " ¡Pero ya te di ayer!", 
"¡¡¡¿¿¿Otra vez ???!!!". ¿Es que acaso cuando nuestros hijos nos piden 
comida le respondemos: "¡Pero ya comiste ayer!, ¿Otra vez?"? ¿Es 
que acaso no tenemos hambre todos los días?
Es claro que ni los ricos pueden dar siempre, pero basta que oigamos a alguno decir 
que conoce a un mendigo que vive lujosamente y que tiene una camioneta último mo- 
delo para que cerremos el corazón a todo el que nos pide y pensemos: "¡Es 
un vago aprovechador!". De allí en adelante no importa si es un anciano, una viuda 
o un niño, ya todos son para nosotros,"unos vagos que no trabajan".
¿Es esto ser cristiano? ¿Es esta la actitud que Dios quiere de los cristianos?
El ayuno que Dios quiere
Muchas veces pensamos que las penitencias y ayunos agradarán a Dios, pero si 
descuidamos lo principal nuestros ayunos en vez de agradarle, le ofenden. Por eso
el pueblo de Israel no entendía porque sus ayunos y oraciones no eran escuchados:
“Porque yo quiero amor, no sacrificio, conocimiento de Dios, más que holo- 
caustos.” Oseas 6,6
“- ¿Por qué ayunamos, si tú no lo ves?¿Para qué nos humillamos, si tú 
no lo sabes? - Es que el día en que ayunabais, buscabais vuestro 
negocio y explotabais a todos vuestros trabajadores. Es que ayunáis 
para litigio y pleito y para dar de puñetazos a malvados. No ayunéis 
como hoy, para hacer oír en las alturas vuestra voz.” Isaías 58,3-4
Pero el ayuno agradable a Dios no es dejar de comer, vestirse de sayal o cubrirse el 
pelo de ceniza, sino partir el pan con el hambriento y dar de vestir al desnudo:
“¿Acaso es éste el ayuno que yo quiero el día en que se humilla el 
hombre? ¿Había que doblegar como junco la cabeza, en sayal 
y ceniza estarse echado? ¿A eso llamáis ayuno y día grato a Yahveh? 
¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero: desatar los 
lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad a 
los quebrantados, y arrancar todo yugo? ¿No será partir al hambriento 
tu pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa? ¿Que cuando veas a 
un desnudo le cubras, y de tu semejante no te apartes? Entonces bro- 
tará tu luz como la aurora, y tu herida se curará rápidamente. Te 
precederá tu justicia, la gloria de Yahveh te seguirá. Entonces clamarás, 
y Yahveh te responderá, pedirás socorro, y dirá: «Aquí estoy.» Si apartas 
de ti todo yugo, no apuntas con el dedo y no hablas maldad, repartes al 
hambriento tu pan, y al alma afligida dejas saciada, resplandecerá en las 
tinieblas tu luz, y lo oscuro de ti será como mediodía. Te guiará Yahveh 
de continuo, hartará en los sequedales tu alma, dará vigor a tus huesos, y 
serás como huerto regado, o como manantial cuyas aguas nunca faltan. 
Reedificarán, de ti, tus ruinas antiguas, levantarás los cimientos 
de pasadas generaciones, se te llamará Reparador de brechas, y 
Restaurador de senderos frecuentados. Si apartas del sábado tu pie, 
de hacer tu negocio en el día santo, y llamas al sábado «Delicia», al 
día santo de Yahveh «Honorable», y lo honras evitando tus viajes, no 
buscando tu interés ni tratando asuntos, entonces te deleitarás en 
Yahveh, y yo te haré cabalgar sobre los altozanos de la tierra. Te 
alimentaré con la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Yahveh 
ha hablado.” Isaías 58,5-14
Características de la verdadera caridad
1. No da por interés
La caridad que Dios quiere de nosotros no es aquella que es hecha para ser vistos 
por los demás.
“Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante 
como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser 
honrados por los hombres;en verdad os digo que ya reciben su paga.  
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo 
que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secretoy tu Padre, 
que ve en lo secreto, te recompensará.” Mateo 6,2-4
A Dios no le agrada toda obra que no es hecha motivado por el amor, por eso, 
aún si diéramos todos nuestros bienes a los pobres, si lo hacemos por la razón 
equivocada, ya sea por interés de recibir alguna recompensa de a quien damos, o 
para ser vistos y tenidos por buenos, de nada vale:
“Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, 
si no tengo caridad, nada me aprovecha.” 1 Corintios 13,3
No olvidemos que lo que haga nuestra mano izquierda no lo debe saber la derecha.
2. No da forzado sino con alegría, dulzura y generosidad:
“Cuando le des algo, se lo has de dar de buena gana, que por 
esta acción te bendecirá Yahvehtu Dios en todas tus obras y en todas 
tus empresas” Deuteronomio 15,10
La verdadera caridad no es la que se da forzada sino la que se da con 
alegría interior y generosidad:
“Mirad: el que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad; 
el que siembra en abundancia, cosechará también en abundancia. Cada cual 
dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: 
= Dios ama al que da con alegría. = poderoso es Dios para colmaros de toda 
gracia a fin de que teniendo, siempre y en todo, todo lo necesario, tengáis aún sobran- 
te para toda obra buena. Como está escrito: = Repartió a manos llenas; dio a 
los pobres; su justicia permanece eternamente. = Aquel que provee = de 
simiente al sembrador y de pan para su alimento, = proveerá y multiplicará vuestra 
sementera y aumentará = los frutos de vuestra justicia. =” 1 Corintios 9,6-10
“Inclina al pobre tus oídos, responde a su saludo de paz con dulzura.”  
Eclesiástico 4,8
“Haced todo con amor.” 1 Corintios 16,14
7 Promesas divinas reservadas a quienes viven en el amor y la caridad
1. Todo lo que hagamos a nuestros hermanos, lo hacemos al Señor 
quien nos lo recompensará:
Cada vez que hacemos una buena obra a alguno de nuestros hermanos, no se lo 
hacemos solo a ellos, sino a nuestro Señor Jesucristo:
“Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis 
de beberera forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; 
enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme." Entonces los 
justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de 
comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te 
acogimos; o desnudo, y te vestimos? Y el Rey les dirá: "En verdad os digo 
que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a 
mí me lo hicisteis.” Mateo 25, 35-38.40
Y por eso nuestras buenas obras son para nosotros un tesoro en el cielo:
“«No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que 
corroen, y ladrones que socavan y robanAmontonaos más bien tesoros 
en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven 
y roben. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.” Mateo 
6,19-21
“No escapará el pecador con su rapiña, ni quedará fallida la paciencia del 
piadoso. Para toda limosna tiene él un sitio, cada cual hallará según 
sus obras.” Eclesiástico 16,13-14
“La caridad es como un paraíso de bendición, y la limosna permanece 
para siempre.” Eclesiástico 40,27
Ya decía el proverbio que dar al pobre es prestar a Dios:
“Quien se apiada del débil, presta a Yahveh, el cual le dará su 
recompensa.” Proverbios 19,17
2. Dios será especialmente misericordioso con nosotros:
Ya lo decía el libro del Eclesiástico, así como el agua apaga el fuego la limosna perdona 
los pecados.
“El agua apaga el fuego llameante, la limosna perdona los pecados.” 
 Eclesiástico 3,30
3. Al momento de caer encontraremos pronto apoyo en el Señor:
“Quien con favor responde prepara el porvenir, el día de su caída 
encontrará un apoyo.” Eclesiástico 3,31
4. La bendición del Señor estará sobre nosotros:
Eclesiástico 7,32 “También al pobre tiéndele tu manopara que tu 
bendición sea perfecta.”
5. Dios escuchará sin falta nuestras oraciones:
“Entonces clamarás, y Yahveh te responderá, pedirás socorro, y dirá: 
«Aquí estoy.»” Isaías 58,9
“Quien cierra los oídos a las súplicas del débil clamará también él 
y no hallará respuesta.” Proverbios 21,13
6. Nos conducirá de continuo por caminos de justicia
“Te guiará Yahveh de continuo, hartará en los sequedales tu alma, dará 
vigor a tus huesos, y serás como huerto regado, o como manantial cuyas 
aguas nunca faltan.” Isaías 58,10-11
7. Dios que nos provee el pan de cada día nos proveerá con abundancia:
“La limosna del hombre es como un sello para él, el favor del hombre lo 
guarda como la pupila de sus ojosDespués se levantará y les retribuirá, 
sobre su cabeza pondrá su recompensa.” Eclesiástico 22-23
“El que da a los pobres no conocerá la indigencia, para el que se 
tapa los ojos abundante maldición.” Proverbios 28,27
“Como está escrito: = Repartió a manos llenas; dio a los pobres; su justicia permanece 
eternamente. = Aquel que provee = de simiente al sembrador y de 
pan para su alimento, = proveerá y multiplicará vuestra sementera y 
aumentará = los frutos de vuestra justicia. =” 2 Corintios 9,8-10
Conclusión
Dios en su infinita generosidad nos ha bendecido y es su beneplácito 
que seamos fieles administradores de los dones que hemos recibido, compartiendo 
con nuestros hermanos necesitados. ¿Cuántas veces gastamos en exceso en 
una comida o una salida y no nos importa? ¿Será que actuamos de la 
misma manera con el prójimo, o no le damos porque: "no tenemos 
sencillo", "que lástima!"
Permitamos que la gracia de Dios cambie nuestra vida y cada día seamos más 
capaces de transmitir ese amor a todos nuestros hermanos, incluyendo los más 
necesitados.

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