jueves, 23 de agosto de 2012

EL GRAN DÍA: Consagración Total a Jesucristo por María.


¡Felicitaciones y gracias a Dios!

Has llegado al término del proceso de preparación

Para la Consagración Total a Jesucristo por María.


El día en el cual se hace este Acto de Consagración Total por ser la primera vez, es un día lleno de gracia, un paso profundo y singular en la vida espiritual.

Pero, este paso no es un paso final, sino un primer paso –un paso que nos lleva más al núcleo de la vida y la misión de Jesucristo, un paso que nos hace hijos y servidores de María Santísima. Por medio de este paso nunca vamos a andar solitos porque María va siempre con nosotros, y más aún, andamos juntos con los demás hijos y servidores de Ella en las mismas huellas de Jesucristo e inspirados por su Santo Espíritu para la mayor gloria de Dios Padre.

Por este paso pertenecemos totalmente a Cristo y cuanto tenemos suyo es, por María su Santísima Madre. Que andes siempre y con fidelidad sobre este camino perfecto y seguro.

El acto de consagración total


(sería bueno copiarlo, escribiéndolo a mano, para recitarlo el día de tu consagración y firmarlo)

Te saludo, pues,
¡Oh María inmaculada!,
tabernáculo viviente de la divinidad,
en donde Jesucristo, la Sabiduría eterna, escondida,
quiere ser adorado por ángeles y hombres.
Te saludo, ¡Oh Reina del Cielo y de la Tierra!
a tu imperio está  sometido
cuanto hay debajo de Dios.
Te saludo, ¡Oh Refugio seguro de los pecadores!;
todos experimentan tu gran misericordia.
Atiende mis deseos de alcanzar a Jesucristo,
y recibe para ello los votos y ofrendas
que en mi bajeza te vengo a presentar.
Yo .... (decir cada uno su nombre)., pecador infiel,
renuevo y ratifico hoy en tus manos
los votos de mi bautismo;
renuncio para siempre a Satanás,
a sus pompas y a sus obras,
y me consagro totalmente
a Jesucristo, la Sabiduría encarnada,
para llevar mi cruz en su seguimiento
todos los días de mi vida
y a fin de serle más fiel de lo que he sido hasta ahora.

Te escojo hoy,
en presencia de toda la corte celestial,
por mi Madre y Señora;
Te entrego y consagro, en calidad de esclavo,
mi cuerpo y mi alma, mis bienes interiores y exteriores,
y hasta el valor de mis buenas acciones pasadas, presentes
y futuras.
Dispón de mí  y de cuanto me pertenece,
sin excepción, según tu voluntad,
para la mayor gloria de Dios
en el tiempo y la eternidad.

¡Oh Virgen Fiel!
haz que yo sea en todo
tan perfecto discípulo, imitador y esclavo
de Jesucristo, tu Hijo,
que logre llegar, por tu intercesión y a ejemplo tuyo,
a la plenitud de su edad sobre la tierra y de su gloria en el cielo.

Amén.

¿Cómo se puede vivir la consagración total?

En pocas palabras la manera de vivir de los consagrados consiste en:

Hacer todas nuestras acciones por María con María, en María y para María para hacerlas realmente por Jesucristo, con Jesucristo, en Jesucristo y para Jesucristo.
Por María – Es preciso obedecer en todo a María, moverse en todo a impulso del espíritu de María para conformarse en todo a Cristo. Se hace esto en tres pasos:
Antes de obrar renuncia a tu propio espíritu, a tus propias luces y voluntad.
Entrégate a María para ser movilizado y conducido como Ella quiera.
Durante la acción y después de ella, renueva el mismo acto de ofrecimiento y unión.


Con María  – Es decir, mirando a María como el modelo acabado de toda virtud y perfección. Es, pues, necesario que en cada acción mires cómo lo hizo o haría la Santísima Virgen si estuviera en tu lugar. Para hacer esto te debes enfocar particularmente en tres virtudes de María:

Su fe viva
Su humildad profunda
Su pureza totalmente divina


En María  – María tiene que ser el ambiente de nuestra vivencia cristiana, el jardín del paraíso en el cual los consagrados puedan vivir en comunión con el Señor y llegar a la madurez cristiana. Cuando descanses en María:
Te debes alimentar con la leche de la gracia y misericordia maternal de Ella.
Te has de liberar de toda turbación, temor y escrúpulo.
Te debes poner a salvo de todos tus enemigos –el demonio, el mundo y el pecado- que no pueden entrar en María.
Te vas formando en Jesucristo y Jesucristo es formado en tí.


Para María  – Como eres consagrado a su servicio, es justo que realices todo para honrar a María, y por medio de este obrar para la mayor gloria de Jesucristo, porque lo que ofreces a María, Ella lo purifica y lo multiplica y lo presenta al Señor en una manera perfecta por su mayor gloria:

Debes defender sus privilegios cuando se disputan y su gloria cuando la atacan.
Debes atraer, de ser posible, a todo el mundo a su servicio a esta verdadera devoción.
No esperes en recompensa de tu humilde servicio sino el honor que le pertenece a Ella y a su Hijo, Jesucristo

El compromiso de los consagrados

Se confiesan mensualmente pidiendo antes la intercesión de María para obtener la contrición de sus pecados.
Asisten a la Santa Misa cada domingo y en todos los días de obligación y cada vez que se recibe a Cristo en la Santa Comunión, se hace en unión con María.
Se compromete a evitar el pecado mortal y sus ocasiones –especialmente las malas compañías.
Renuevan el Acto de Consagración cada día en una manera sencilla y privada usando este formulario:
Yo soy todo tuyo, oh Cristo,
Y todo cuanto tengo tuyo es
Por María, tu santísima Madre.
Se renueva el Acto de Consagración cada año en el aniversario de su primera celebración comunitaria de la Consagración Total. Esta renovación puede ser privada, pero se tiene que preparar durante cuatro días, en los cuales se repasan los cuatro pasos del proceso de preparación. Es decir:
Un día de vaciarse del espíritu del mundo,
Un día de conocimiento de sí mismo,
Un día de conocimiento de María y
Un día de conocimiento de Jesucristo.
Se lee regularmente con atención y devoción y en unión con María la Santa Biblia.
Se reza regularmente el Avemaría. Lo ideal es rezar, si es posible en familia o con alguien más, cada día, las 5 décadas del Santo Rosario.
Se comparte este camino espiritual con los demás para que sea conocido por todos.
Recen el Rosario, mediten los misterios.
Escuchen la palabra de Dios en ellos dicha.

Ámense.

Ámense unos a otros.

Perdónense.

Hagan la paz.

No pidan la paz sin hacerla,

Porque si no la hacen no sirve de nada el que la pidan.

Cumplan con sus deberes.

Pongan en práctica la palabra del Señor

Busquen ser agradables a Dios.
Sirvan al prójimo.

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