sábado, 19 de mayo de 2012

TOCAME SEÑOR

Tócame, Señor, porque sabes que soy débil barro y, con tu mano, en un poco más de barro pon sobre mis ojos algo que despierte mi ceguera.

¡Son tantas cosas las que no veo con claridad! Confundo, la verdad, con mis propias verdades tu voluntad con mis oportunos caprichos.

Quiero ver, Señor, pero con tus ojos.

Que no me conforme con lo puramente externo, con aquello que, siendo bueno, me dice que sólo Tú puedes darme la luz que necesito. Con aquello que, siendo luminoso, no llega a clarificar mi conciencia ni mi destino.

¿Me ayudarás, Señor, a ver como Tú y contigo?

Que contemple las maravillas del mundo, pero que lo haga con ojos agradecidos hacia el cielo. Porque, en cuántos momentos llego a pensar que todo lo que me rodea, y siento es obra exclusiva de la invención del hombre.

¿Me ayudarás, Señor, a superar la ceguera espiritual?

¿Me curarás cuando mis ojos ya no lloren por los demás?

¿Limpiarás mis miradas cuando sean egoístas y vacías?

¿Enseñarás a mis ojos el resplandor de tu rostro, Señor?

Quiero ver, Señor, pero contigo. Que, en el horizonte, sepa descubrirte como lo más importante.

Que no me falle, hoy ni nunca, el telescopio de la fe, ese telescopio que sabe llegar donde el ojo humano no alcanza.

Esa fe que es lente perfecta para sentirte y vivirte, y para reconocerte como lo que eres: ¡El Señor!

Ayúdame, Señor, a creer en Ti, a esperar en Ti, sin condiciones, pruebas, ni exigencias.

Ayúdame, Señor, a verte por encima de toda apariencia, más allá de aquello que, mi ceguera espiritual, me invita a engañarme diciéndome que no existes.

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