Consagración del Género Humano
al Sacratísimo Corazón de Jesús
Dulcísimo
Jesús, Redentor del género humano, miradnos humildemente postrados
delante de vuestro altar; vuestros somos y vuestros queremos ser y a
fin de poder vivir más estrechamente unidos con Vos, todos y cada uno
espontáneamente nos consagramos en este día a vuestro Sacratísimo
Corazón.
Muchos,
por desgracia, jamás os han conocido; muchos, despreciando vuestros
mandamientos, os han desechado. Oh Jesús benignísimo, compadeceos de
los unos y de los otros, y atraedlos a todos a vuestro Corazón
Sacratísimo.
Oh
Señor, sed Rey, no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado
de Vos, sino también de los pródigos que os han abandonado; haced que
vuelvan pronto a la casa paterna, para que no perezcan de hambre y de
miseria.
Sed
Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu de
discordia, viven separados de Vos: devolvedlos al puerto de la verdad y a
la unidad de la fe, para que en breve, se forme un solo rebaño bajo un
solo Pastor.
Sed
Rey de los que permanecen todavía envueltos en las tinieblas de la
idolatría o del islamismo; dignaos atraerlos a todos a la luz de
vuestro reino.
Mirad,
finalmente, con ojos de misericordia a los hijos de aquel pueblo que
en otro tiempo fue vuestro predilecto: descienda también sobre ellos
como bautismo de redención y de vida, la sangre que un día contra sí
reclamaron.
Conceded,
oh Señor, incolumnidad y libertad segura a vuestra Iglesia; otorgad a
todos los pueblos la tranquilidad en el orden; haced que del uno al
otro confín de la tierra no suene sino esta voz:
¡Alabado sea el Corazón Divino, causa de nuestra salud,
a Él se entonen cánticos de honor y de gloria
por los siglos de los siglos!
Amén.
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