Sor Josefa Menéndez 1890 – 1923
Religiosa Coadjutora de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús. Recibió mensajes dictados por Nuestro Señor Jesucristo en el convento de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús en Les Feuillants, en Poitiers, Francia, entre 1920 y 1923. Éste es uno de ellos:
Religiosa Coadjutora de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús. Recibió mensajes dictados por Nuestro Señor Jesucristo en el convento de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús en Les Feuillants, en Poitiers, Francia, entre 1920 y 1923. Éste es uno de ellos:
“Y desde ahora si quieres vivir feliz en la tierra y asegurar tu eternidad, haz lo que voy a decirte.
¿Eres
pobre? Cumple con sumisión el trabajo a que estás obligado sabiendo que
Yo viví treinta años sometido a la misma ley que tú, porque era también
pobre, muy pobre. No veas en tus amos unos tiranos. No alimentes
sentimientos de odio hacia ellos; no les desees mal; haz cuanto puedas
para acrecentar sus intereses y sé fiel.
¿Eres
rico? ¿Tienes a tu cargo obreros, servidores? No los explotes. Remunera
justamente su trabajo; ámalos, trátalos con dulzura y con bondad. Si tú
tienes un alma inmortal, ellos también. No olvides que los bienes que
se te han dado no son únicamente para tu bienestar y recreo, sino para
que, administrándolos con prudencia, puedas ejercer la caridad con el
prójimo.
Cuando
ricos y pobres hayáis acatado la ley del trabajo, reconoced con
humildad la existencia de un Ser que está sobre todo lo creado y que es
al mismo tiempo vuestro Padre y vuestro Dios. Como Dios, exige que
cumpláis su divina ley. Como padre os pide que os sometáis a sus
mandamientos. Así, cuando hayáis consagrado toda la semana al trabajo, a
los negocios y aun a lícitos recreos, pide que le deis siquiera media
hora, para cumplir «su precepto». ¿Es exigir demasiado?
Id,
pues, a su casa, a la Iglesia, donde El os espera de día y de noche: el
domingo y los días festivos dadle media hora asistiendo al misterio de
amor y de misericordia, a la Santa Misa. Allí habladle de todo cuanto os
interesa, de vuestros hijos, de la familia, de los negocios, de
vuestros deseos, dificultades y sufrimientos. ¿Si supierais con cuánto
amor os escucha!
Me
dirás, quizá: —Yo no sé oír Misa, ¡hace tantos años que no he pisado la
iglesia!— No te apures por esto. Ven; pasa esa media hora a mis pies,
sencillamente. Deja que tu conciencia te diga lo que debes hacer; no
cierres los oídos a su voz. Abre con humildad tu alma a la gracia, ella
te hablará y obrará en ti, indicándote cómo debes portarte en cada
momento, en cada circunstancia de tu vida; con la familia, en los
negocios; de qué modo tienes que educar a tus hijos, amar a tus
inferiores, respetar a tus superiores.
Te
dirá, tal vez, que es preciso abandones tal empresa, tal negocio, que
rompas aquella amistad... Que te alejes con energía de aquella reunión
peligrosa... Te indicará que a tal persona, la odias sin motivo, y, en
cambio, debe dejar el trato de otra que amas y cuyos consejos no debes
seguir.
Comienza
a hacerlo así, y verás, cómo, poco a poco, la cadena de mis gracias se
va extendiendo; pues en el bien como en el mal, una vez que se empiezan
las obras se suceden unas a otras, como los eslabones de una cadena. Si
hoy dejas que la gracia te hable y obre en ti, mañana la oirás mejor;
después mejor; después mejor aún, y así de día en día la luz irá
creciendo: tendrás paz y te prepararás tu felicidad eterna.”
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