Los Ciento Veinte Mártires de Persia
Se ignoran los nombres de estos mártires, pero según la tradición, en el reinado de Sapor II de Persia, más de cien cristianos fueron martirizados el mismo día, en Seleucia de Tesifonte.
Entre ellos, había nueve vírgenes consagradas a Dios; el resto eran sacerdotes, diáconos y monjes.
Como todos se negaron a adorar al sol, fueron encarcelados durante seis meses en sucias prisiones.
Una rica y piadosa mujer, llamada Yaznadocta les ayudó, enviándoles alimentos. Yaznadocta se las arregló para averiguar
la fecha en que los mártires iban a ser juzgados.
La víspera, organizó un banquete en su honor, fue a visitarles
en la prisión y regaló a cada uno un vestido de fiesta.
A la mañana siguiente, volvió muy temprano y les anunció que iban a comparecer ante el juez y que aún tenían tiempo de implorar la gracia de Dios para tener el valor de dar su sangre por tan gloriosa causa.
El juez prometió nuevamente la libertad si adoraban al sol,
pero ellos contestaron que estaban dispuestos a dar la vida
por Dios. Fueron condenados a morir decapitados y Yaznadocta consiguió los cadáveres y los quemó para evitar que fuesen profanados.
Oremos
Dios todopoderoso y eterno, que diste a los santos mártires
de Persia la valentía de aceptar la muerte por el nombre de Cristo; concede también tu fuerza a nuestra debilidad para que, a ejemplo de aquellos que no dudaron morir por ti, nosotros sepamos también ser fuertes, confesando tu nombre con nuestras vidas.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
SB.
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