Fueron martirizadas en Cartago, en la persecución
de Septimio Severo, el año 203.
Perpetua era una joven matrona romana que acababa
de dar a luz y Felicidad era una esclava.
Se conserva una conmovedora narración
de este encarcelamiento y martirio, escrita en parte
por los mismos mártires antes
de morir y en parte por un escritor de la época; este testimonio impresionante manifiesta el rigor de las persecuciones romanas
y el heroísmo de quienes las sufrieron por fidelidad a Cristo.
Oremos
Dios todopoderoso, que con la fuerza de tu amor hiciste
a las santas mártires Perpetua y Felicitas intrépidas ante
el perseguidor e invencibles ante los tormentos de la muerte, concédenos, por su intercesión, perseverar firmes en la fe
y crecer siempre en tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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