miércoles, 20 de febrero de 2013
Todo el que conoce de Dios, lo ama.
Todo el que conoce de Dios, lo ama.
El que lo ama, sigue sus mandatos.
Los mandatos son puestos en practica en los
hermanos. Los hermanos resultan ser con quienes compartimos y
llamamos prójimo. El
prójimo siempre espera del Perdón y la reconciliación. La
reconciliación es acto de amor y gozo.
El gozo es interior y lleva a vivir en paz.
La paz nace en ti y habita en
el hogar. El hogar
que refleja paz, Dios estará.
Dios concede un nuevo amanecer lleno de gracia.
La gracia de Dios, da frutos abundante en la vida de sus
hijos. Los hijos reciben
de Dios la oportunidad de renacer en El y vivir la conversión.
La conversión permite disfrutar la vida con
luces claras, corazón fortalecido que genera esperanza de construir
primero, amor en uno, luego, en los seres queridos.
Quien no es capaz de amarse a si mismo, no amarás al
prójimo, tampoco, a Dios y la vida.
Busca de Dios y empezarás a ordenar la vida con amor, a tal forma,
todo quedará enlazado en el mismo corazón.
Ese es el amor integro que Dios demanda en sus hijos.
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