1. Una justicia mayor que la de los fariseos. Los fariseos y los
escribas eran sumamente cuidadosos en guardar la ley al pie de la letra.
Pero Jesús está diciéndonos que la justicia nuestra tiene que ser mayor
que la de ellos (Mt. 5:20). La obligación de cumplir solo con lo que
está establecido no deja ninguna satisfacción. Si de algo no disfrutaban
los fariseos era del gozo que viene de ir más allá de la milla
establecida. Por lo tanto estos eran hombres insensibles, crueles y sin
ninguna apertura a los cambios. Para ellos lo más importante era el
estricto cumplimiento de la ley y su tradición oral. Para ellos lo único
que existía era el “oíste que fue dicho”. Ellos sabían que Moisés les
había dejado tales ordenanzas y eso era inamovible. La obligación de la
ley decía: “ojo, por ojo, diente por diente”. Esta ley planteaba una
justicia sin misericordia. Según el mal que se hiciera, así de
bería
responderse. Sin embargo, Jesucristo planteó su “mas yo os digo”. Esa
frase orientaría el significado de la ley y asomaba un nuevo orden para
aplicarla. Jesús vino a cumplirla la ley, no como los fariseos, toda
vez que ellos eran esclavos de ella. La justicia nuestra tiene que ser
mayor que la de los fariseos porque estamos bajo la gracia.
2.
Buscando un nivel celestial. El Sermón del Monte es lo más
revolucionario que se conozca como estilo de vida cristiana. Nada ha
podido superarlo. Este sermón fue dado para trastocar aquella moral
mínima que sostenían los que conducían el pueblo de Dios. Las palabras
de Jesús vinieron para confrontar aquel legalismo sin amor. Los
fariseos pensaban que el estricto cumplimiento de la ley era suficiente
para ganar el cielo. Una de las grandes cosas que hizo la muerte de
Jesús fue mostrarnos que la vida llena de gozo y bendición es la que
rompe con aquel nivel de la tradición y de la costumbre. Se ha dicho que
la vida se vive en tres niveles: el nivel del maligno, que devuelve
mal por bien; el nivel del ser humano, que devuelve bien por bien y mal
por mal. Pero el nivel más alto, el celestial, es el que devuelve bien
por mal. Jesucristo dijo: “No resistáis al que es malo; antes, a
cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la
otra…”. Este es nivel celestial. El humano era “ojo por ojo”. El maligno
planteaba la pelea para lograr alguna salida, pero el celestial dice:
“…y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también
la capa”. Jesús reta a sus seguidores a hacer más de lo requerido. El
creyente se mueve en el nivel celestial. El creyente no vive solo para
cumplir. No iremos más lejos hasta tanto no vivamos la segunda milla.
DE: Liliana Rodríguez - Facebook
2. Buscando un nivel celestial. El Sermón del Monte es lo más revolucionario que se conozca como estilo de vida cristiana. Nada ha podido superarlo. Este sermón fue dado para trastocar aquella moral mínima que sostenían los que conducían el pueblo de Dios. Las palabras de Jesús vinieron para confrontar aquel legalismo sin amor. Los fariseos pensaban que el estricto cumplimiento de la ley era suficiente para ganar el cielo. Una de las grandes cosas que hizo la muerte de Jesús fue mostrarnos que la vida llena de gozo y bendición es la que rompe con aquel nivel de la tradición y de la costumbre. Se ha dicho que la vida se vive en tres niveles: el nivel del maligno, que devuelve mal por bien; el nivel del ser humano, que devuelve bien por bien y mal por mal. Pero el nivel más alto, el celestial, es el que devuelve bien por mal. Jesucristo dijo: “No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra…”. Este es nivel celestial. El humano era “ojo por ojo”. El maligno planteaba la pelea para lograr alguna salida, pero el celestial dice: “…y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa”. Jesús reta a sus seguidores a hacer más de lo requerido. El creyente se mueve en el nivel celestial. El creyente no vive solo para cumplir. No iremos más lejos hasta tanto no vivamos la segunda milla.
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