Queridos hijos; el regalo más grande que ustedes pueden ofrecerme es la consagración a mi Inmaculado Corazón; es a través de este regalo de ustedes como Yo puedo ofrecerle este regalo a Él.
Decir «Sí» a Dios es la contestación de todos sus ruegos a Él, porque cuando ustedes digan esta palabra con toda sinceridad, se volverá contra sus naturalezas el preguntar el ¿porqué? de su Santa Voluntad, la respuesta de ustedes deberá ser ¿cómo? quiere Dios que hagamos su voluntad y entonces Dios podrá revelarla solución a cada problema.
Imitar a mi Inmaculado Corazón es seguir su Sagrada Voluntad y desear cumplir cada deseo de su Sagrado Corazón. Reflejar mi Corazón es volverse lleno de gracia, practicar la virtud y mantenerse en estado de pureza.
Entréguenme sus corazones y yo les prometo darles todas las gracias que Dios me ha otorgado a mí. Además, esto significa dejar sus corazones a mi cuidado eterno. El «Sí» que Dios desea es el «Sí» de la eternidad. Por tanto, hijos míos, este sí debe ser renovado cada día. Vayan ahora y háblenle a todos sobre los regalos que yo deseo que todos reciban».(Septiembre 8 de 1.993)
GUÍA
Debemos recordar dejar nuestros corazones al cuidado maternal de Nuestra Madre, nosotros conocemos la magnitud de su victorioso Corazón Inmaculado, estamos invitados a una celebración de increíbles proporciones; una conquista de corazones con una dimensión imposible de medir.
Esta coalición formada entre el Inmaculado Corazón de María y nuestro corazón es tal que trae regocijo y tribulación. Nuestra Señora pide mucho del alma que tiene la alianza con Ella.
Por medio de nosotros lograremos el cumplimiento de sus suplicas a Dios Padre. Debemos comenzar a preguntar «¿cómo?» en todo lo que El pida. En nuestra consagración descartamos la necesidad de preguntar «¿por qué?» a Él. Es la profundidad de nuestra sinceridad lo que nos permite abrir más nuestros corazones para comprender la Santa Voluntad de Dios, debemos entregamos con alegría a convertimos en el reflejo de este Corazón majestuoso.
DIRECCIÓN
Consuélate en los sufrimientos de las pruebas de tu consagración, con la esperanza del paraíso; aceptamos nuestras cruces con paciencia para que nuestros sufrimientos puedan ser meritorios. Para ganar el Cielo toda labor en la tierra es pequeña, sería poco sufrir todas las penas de la tierra por el disfrute de un solo momento en el Cielo.
Cuanto más debemos abrazar las cruces que Dios nos manda sabiendo que los cortos sufrimientos aquí, nos ganarán una felicidad eterna. No debemos sentir tristeza, sino consuelo de Espíritu cuando Dios nos manda las pruebas aquí abajo. Los que pasan a la eternidad con los más grandes meritos, recibirán los más grandes premios. A cuenta de esto, Dios nos manda tribulación. Las virtudes, que son las fuentes del mérito, son practicadas solamente con hechos hechos.
Los que tienen más frecuentes ocasiones de pruebas hacen más actos de paciencia; los que son insultados tienen mayores oportunidades de practicar la humildad, benditas las almas que sufren aflicción con paz, pues ellas, por estos méritos recibirán la corona de la gloria. Ellas son las almas que ganarán el centro de la virtud y la corona de la pureza.
El triunfo del Inmaculado Corazón de María garantiza todos los méritos del Cielo, porque verdaderamente traerá las pruebas para así ganar la gracia.
MEDITACIÓN
¡Oh Inmaculado Corazón de María!, ruego tener las fuerzas para sobrellevar las aflicciones con las cuales Dios probará mi amor. Que los méritos del Cielo permanezcan imbuidos en mi mente y que la llama del amor sagrado permita a mi alma alcanzar la gloria eterna. Envía tus ángeles, Madre querida, para proteger y cosechar este corazón consagrado. Me abandono a tu cuidado compasivo, solo deseo ser tu hijo. Guarda mi espíritu con tu manto de protección, ayúdame, Virgen Santísima a buscar ayuda y refugio en ti.
«Es verdad, me parece que los que sufrimos en la vida presente no se puede comparar con la gloria que ha de manifestarse después en nosotros» (Romanos 8:18
ORACIONES DIARIAS
Las siguientes
oraciones «deben ser recitadas
antes o después de la
meditación de cada día,
según el texto de cada
uno de los días»
CORONILLA DE VIRTUDES
Nuestra Señora tenía
en su mano izquierda una coronilla rosada
y dorada y rezaba con
la mano derecha. Ella recitaba todas las oraciones
muy despacio y
reverentemente con mucho amor.
En la oración de esta
coronilla Nuestra Señora hace una promesa,
la promesa de la
perseverancia en la oración para el crecimiento de las
virtudes: la siembra
de las semillas de santidad por las cuales la
gracia será cultivada.
Esta coronilla contiene todas las virtudes que
Nuestra Señora desea
encontrar en nuestras almas. Las gracias
contenidas en esta
coronilla de oraciones son para guiar y dirigir nuestras
almas para lograr
estos dones del Cielo. Por medio de estas siete
virtudes, nuestra alma
vuela a las manos de Dios Padre.
«Queridos míos:
estas oraciones son para obtener las
virtudes. Se empieza
con el Credo, luego sigue la Consagración a Mi
Corazón Inmaculado y
después el Ángelus. Posteriormente se reza la
virtud seguida por el
Padre Nuestro, el Gloria al Padre y la oración al
Espíritu Santo.
Después se recita la siguiente virtud y así se contemplan
las siete virtudes:
Fe, Esperanza, Caridad, Humildad, Paciencia,
Perseverancia y
Obediencia.
Octubre, 1 de 1.992
EL CREDO
Creo en Dios, Padre
Todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra. Creo en
Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue
concebido por obra y
gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María
Virgen, padeció bajo
el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto
y sepultado, descendió
a los infiernos, al tercer día resucitó de entre
los muertos, subió a
las cielos y está sentado a la derecha de Dios,
Padre Todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu
Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los
santos, el perdón de
los pecados, la resurrección de la carne y la vida
eterna. Amén.
CONSAGRACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
Oh Señora mía, Oh
Madre mía! Yo me entrego del todo a Vos; y
en prueba de mi filial
afecto, os consagro en este día, mis ojos, mis
oídos, mi lengua, mi
corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy
todo vuestro Oh Madre
de bondad, guardadme y defendedme como
hijo y posesión
vuestra.
Amén
EL ÁNGELUS
V. El ángel de Señor
anunció a María.
R. Y Ella concibió por
obra y gracia del Espíritu Santo.
Ave María……
V. He aquí la esclava
del Señor.
R. Hágase en mí según
tu palabra.
Ave María……
V. Y el Verbo se hizo
carne.
R. Y habitó entre
nosotros.
Ave María……
V. Ruega por nosotros
Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos
dignos de alcanzar las promesas y gracias de
Nuestro Señor
Jesucristo.
Amén
Oremos: «Infunde Señor
tu gracia en nuestros corazones, para
que habiendo conocido
por la voz del ángel el misterio de la Encarnación
de tu hijo, podamos
llegar por los méritos de su Pasión y su Cruz a la
Gloria de la
Resurrección. Por el mismo Cristo Nuestro Señor.
Amén
CORONILLA DE VIRTUDES
Para pedir:
1.Virtud de Fe
2.Virtud de Esperanza
3.Virtud de Caridad
4.Virtud de Humildad
5.Virtud de Paciencia
6.Virtud de
Perseverancia
7.Virtud de la
Obediencia
Con cada una de las
virtudes se deben recitar las siguientes oraciones:
1. Padre Nuestro…
2. Gloria al Padre…
3. Oración al Espíritu
Santo
Oración al Espíritu
Santo: Ven Espíritu Santo, ilumina mi corazón,
para ver las cosas que
son de Dios; Ven Espíritu Santo, dentro de mi
mente, para conocer
las cosas que son de Dios; Ven Espíritu Santo,
dentro de mi alma, que
yo le pertenezco solamente a Dios; Santifica
todo lo que yo piense,
diga y haga para que todo sea para la gloria de
Dios. Amén
Diciembre 23 de 1991
¡OH MARÍA!
«Oh María; transforma
mi corazón como el tuyo; colócale
alrededor una corona
de pureza adornada con virtud; toma mi corazón
querida Madre
consagrado como tuyo propio; preséntaselo a Dios Padre
como una ofrenda de mí
para ti. Ayúdame, Oh María, en hacer tu corazón
más conocido cada
día».
Marzo 19 de 1993
ORACIÓN DE PENTECOSTÉS
Mientras se reza esta
oración dada por Nuestra Señora que
nuestros corazones
estén abiertos para reconocer y aceptar los
obsequios del Espíritu
Santo, y así avancemos confiadamente en esta
batalla por el triunfo
del Inmaculado Corazón. Estamos llamados para
transformarnos en el
reflejo de Cristo, un reflejo del rostro de Dios que
será una atracción
para todos, para que su gloria sea magnificada a
través de nuestras
vidas.
«Mis queridos
hijos: hoy ustedes les traen tanta alegría a mi
Jesús. Yo les doy a
ustedes una gran bendición de Dios. El desea
crear en sus hijos
unidad y gloria a Su Nombre.»
Junio 6 de 1992
Espíritu de Cristo:
despiértame; Espíritu de Cristo: muéveme;
Espíritu de Cristo:
lléname; Espíritu de Cristo: séllame. Oh Padre
Celestial, conságrame
a tu Corazón y Voluntad; se en mí una fuente de
virtudes, sella mi
alma como la tuya para que tu reflejo en mí sea una
luz que todos vean».
Amén
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