MENSAJE
«Queridos hijos: ustedes están despertando al amanecer de mi Triunfo. Ruego por su unidad en la respuesta a mi llamado.
Les doy la alternativa para la paz en el mundo: pongan en práctica
queridos míos, la suplica de mi Inmaculado Corazón y espero sus
respuestas en la tierra donde he obtenido mi mayor victoria, Rusia. Para
contestar el llamado de estos hijos a mi Corazón, extiendan sus
conversiones a través de este lugar; confío en ustedes la conclusión de
mi mensaje del pasado para dar victoria y efecto a mis palabras».
(Diciembre 7 de 1992)
GUÍA
Primero: en la preparación para la consagración, el alma debe permanecer
abierta; y el deseo fundamental de amar a Nuestra Señora debe estar
presente. Este tiene que ser un deseo puro, sin complicación y sin otro
motivo más que el de puro amor hacia Ella.
Segundo: El alma debe desear una reconciliación con Dios; esta gracia es
otorgada en parte con la consagración misma, porque es una gracia de
unidad; pero sin reconciliación, la unidad total no puede formarse,
porque la plenitud de la gracia que ha sido concedida está efectivamente
bloqueada. La gracia debe ser colocada dentro de lo más profundo del
alma, y es solo mediante la reconciliación que la gracia de Dios puede
ser recibida perfectamente; como es tan inmensa la gracia otorgada, así
debe ser la reconciliación.
Tercero: el alma debe encontrar solitud (soledad) para alimentar el
estado de amor por Nuestra Señora; solo en la solitud, su amor puede ser
manifestado y realizado en el alma.
Cuarto: el conocimiento de las expectativas de Nuestra Señora en el alma
tiene que ser ganado. Es muy fácil para nosotros saber lo que esperamos
de Ella, pero muy pocas veces permitimos que las expectativas de Ella
sean conocidas por nosotros. Debemos tener una comprensión clara de lo
que Ella espera de nosotros; sin este conocimiento es muy difícil para
el alma realizar los frutos de la consagración.
Pidamos para poder comprender las expectativas de Dios a través de Nuestra Señora, para que sean manifestadas a nuestras almas.
DIRECCIÓN
En nuestro deseo de adquirir perfección, debemos buscar frecuentemente
la virtud más exaltada: la de amar a Dios más que todos los santos,
sufrir más que todos los mártires, tolerar y perdonar todas las
injurias, aceptar toda clase de sufrimiento por el bien de salvar un
alma y efectuar actos de caridad por amor al prójimo primero. Estas
santas aspiraciones y deseos crearán en nuestra alma la llama de la
virtud y el reino de pureza y simplicidad; estas son bases fundamentales
para la consagración.
MEDITACIÓN
¡Oh Inmaculado Corazón de María!, ayúdame a avanzar en perfección
mediante el deseo de obtener virtud y pureza; que yo pueda contemplar la
bondad de Dios en mi vida y abrir mi corazón a los menos capacitados,
para reconocer los favores que Él les concede; pide perdón en mi nombre
por la falla de amar y honrar tu tierno corazón más fervientemente.
Madre querida, átame y úneme a tu Hijo, para que yo sea enteramente suyo
como Él lo desea.
«Crea en mi, Oh Dios, un corazón puro, pon en mí Espíritu firme» (Salmo 51, 12)
ORACIONES DIARIAS
ROSARIO
EL CREDO
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo
en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra
y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo
el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a las cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre
Todopoderoso. Desde allí ha devenir a juzgar a vivos y muertos. Creo en
el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos,
el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.
CONSAGRACIÓN CORTA A LA SANTÍSIMA VIRGEN
Oh Señora mía, Oh Madre mía! Yo me entrego del todo a Vos; y en prueba
de mi filial afecto, os consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi
lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo vuestro
Oh Madre de bondad, guardadme y defendedme como hijo y posesión
vuestra.
Amén
EL ÁNGELUS
V. El ángel de Señor anunció a María.
R. Y Ella concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
Ave María
V. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mí según tu palabra.
Ave María
V. Y el Verbo se hizo carne.
R. Y habitó entre nosotros.
Ave María
V. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén
Oremos: «Infunde Señor tu gracia en nuestros corazones, para que
habiendo conocido por la voz del ángel el misterio de la Encarnación de
tu hijo, podamos llegar por los méritos de su Pasión y su Cruz a la
Gloria de la Resurrección. Por el mismo Cristo Nuestro Señor. »
Amén
II. PETICIÓN DE LAS VIRTUDES
Se realiza de la siguiente forma:
Se pide en oración, secuencialmente, cada una de las siguientes virtudes:
a. Virtud de la Fe
b. Virtud de la Esperanza
c. Virtud de la Caridad
d. Virtud de la Humildad
e. Virtud de la Paciencia
f. Virtud de la Perseverancia
g. Virtud de la Obediencia
Con cada una de la petición por las virtudes se deben recitar las siguientes oraciones:
1. Padre Nuestro...
2. Gloria al Padre...
3. Oración al Espíritu Santo
La Oración al Espíritu Santo fue revelada:
Ven Espíritu Santo, ilumina mi corazón, para ver las cosas que son de
Dios; Ven Espíritu Santo, dentro de mi mente, para conocer las cosas que
son de Dios; Ven Espíritu Santo, dentro de mi alma, que yo le
pertenezco solamente a Dios; Santifica todo lo que yo piense, diga y
haga para que todo sea para la gloria de Dios. Amén. (Diciembre 23 de
1991)
III. ORACIONES FINALES
Para terminar, se hacen las siguientes oraciones también reveladas:
¡OH MARÍA
ORACIÓN DE PENTECOSTÉS
¡OH MARÍA!
«Oh María; transforma mi corazón como el tuyo; colócale alrededor una
corona de pureza adornada con virtud; toma mi corazón querida Madre
consagrado como tuyo propio; preséntaselo a Dios Padre como una ofrenda
de mí para ti.
Ayúdame, Oh María, en hacer tu corazón más conocido cada día». (Marzo 19 de 1993)
ORACIÓN DE PENTECOSTÉS
Mientras se reza esta oración dada por Nuestra Señora que nuestros
corazones estén abiertos para reconocer y aceptar los obsequios del
Espíritu Santo, y así avancemos confiadamente en esta batalla por el
triunfo del Inmaculado Corazón. Estamos llamados para transformarnos en
el reflejo de Cristo, un reflejo del rostro de Dios que será una
atracción para todos, para que su gloria sea magnificada a través de
nuestras vidas.
«Mis queridos hijos: hoy ustedes les traen tanta alegría a mi Jesús. Yo
les doy a ustedes una gran bendición de Dios. El desea crear en sus
hijos unidad y gloria a Su Nombre. » (Junio 6 de 1992)
«Espíritu de Cristo: despiértame;
Espíritu de Cristo: muéveme;
Espíritu de Cristo: lléname;
Espíritu de Cristo: séllame.
Oh Padre Celestial, conságrame a tu Corazón y Voluntad;
Sé en mí una fuente de virtudes, sella mi alma como la tuya para que tu
reflejo en mí sea una luz que todos vean». Amén (Junio 7 de 1992)
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