Jesucristo, el principio y fin de todo
V Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles. R Y enciende en ellos el fuego de tu amor. V Señor, envía tu Espíritu, y todo será creado R Y renovarás la faz de la tierra.
Oh Dios, que iluminaste los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo, haznos dóciles a sus inspiraciones para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
La Biblia: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Ustedes están ya limpios gracias a la palabra que les he anunciado. Permanezcan en mí, como yo en ustedes. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco ustedes sino permanecen en mí. Yo soy la vid; ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no pueden hacer nada. (Juan 15,1-5)
San Luis María: El fin último de toda devoción debe ser Jesucristo. De lo contrario, tendríamos una devoción falsa y engañosa. Jesucristo es el alfa y la omega, el principio y el fin (Ap 1, 8; 21,6) de todas las cosas… Efectivamente, sólo en Cristo habita realmente la plenitud total de la divinidad (Col 2, 9) y todas las demás plenitudes de gracia, virtud y perfección. Sólo en Cristo hemos sido bendecidos con toda bendición del Espíritu (Ef 3). Porque Él es el único Maestro que debe enseñarnos, el único Señor de quien debemos depender, la única Cabeza a la que debemos estar unidos, el único Modelo a quien debemos asemejarnos, el único Médico que debe curarnos, el único Pastor que debe apacentarnos, el único Camino que debe conducirnos, la única Verdad que debemos creer, la única Vida que debe vivificarnos y el único Todo que en todo debe bastarnos. Bajo el cielo, no tenemos los hombres otro diferente de Él al que debamos invocar para salvarnos (Hch 4, 12). Dios no nos ha dado otro fundamento de salvación, perfección y gloria que Jesucristo. Todo edificio que no esté construido sobre esta roca firme, se apoya en arena movediza, y se derrumbará infaliblemente tarde o temprano. (Verdadera Devoción # 61)
Pregunta: En las decisiones que haces cada día ¿te unes con Cristo en las actividades y el trabajo de cada día? ¿Te quedas unido a Cristo? ¿Qué te separa de Cristo?
Oh Jesús, que vives en María ven a vivir en nosotros, tus siervos, con tu Espíritu de santidad, con la plenitud de tus dones, con la perfección de tus caminos, con la realidad de tus virtudes, con la comunión de tus misterios. Domina en nosotros sobre todo poder enemigo, por tu Espíritu Santo, para gloria del Padre. Amén.
Dios te salve, María Hija amabilísima del Eterno Padre, Madre admirable del Hijo, Esposa fidelísima del Espíritu Santo, Templo augusto de la Santísima Trinidad. Dios te salve, Princesa soberana, A quien todo está sometida en el Cielo y en la tierra. Dios te salve, Refugio seguro de los pecadores, Nuestra Señora de la Misericordia, que a nadie has rechazado jamás. Por más pecador que yo sea, me postro en tu presencia, suplicándote me alcances de Jesús, tu Hijo querido, la contrición y el perdón de todos mis pecados, junto con la divina Sabiduría. Me consagro a ti del todo y con todo lo que tengo. Te elijo desde hoy por mi Madre y Señora. Trátame, pues, como el último de tus hijos y el más sumiso de tus servidores. Escucha, Princesa mía, escucha los suspiros de un corazón que desea amarte y servirte con fidelidad.
Que no se diga que, de todos los que a ti han recurrido, soy el primero que ha sido abandonado. ¡Oh esperanza mía, oh vida mía, oh mi fiel e inmaculada Virgen María! Escúchame, defiéndeme, aliméntame, instrúyeme y sálvame. Amén.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario