María nos comunica su espíritu
V Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles. R Y enciende en ellos el fuego de tu amor. V Señor, envía tu Espíritu, y todo será creado R Y renovarás la faz de la tierra.
Oh Dios, que iluminaste los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo, haznos dóciles a sus inspiraciones para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
La Biblia: Por esta misma razón, pongan el mayor empeño en añadir
a su fe la virtud, a la virtud el conocimiento, al conocimiento la tem-
planza, a la templanza la tenacidad, a la tenacidad la piedad, a la pie-
dad el amor fraterno, al amor fraterno la caridad. Pues si tienen estas
cosas y las tienen en abundancia, no les dejarán inactivos ni estériles
para el conocimiento perfecto de nuestro Señor Jesucristo.
(2Pedro 1, 5-8)
San Luis María: María se hace, finalmente, indispensable para esta
alma en sus relaciones con Jesucristo: le ilumina al espíritu con su fe,
le ensancha el corazón al infundirle su humildad, le dilata e inflama
con su caridad, le purifica con su pureza, le ennoblece y engrandece
con su maternidad. Pero ¿a dónde voy a parar? Sólo la experiencia te
enseñará los portentos que realiza María. Portentos que parecen in-
creíbles a los sabios y orgullosos y aún a los cristianos practicantes…
el reino de Jesucristo. (Secreto de María #57)
Pregunta: ¿Qué parte de tu espíritu está más como María? ¿Y cuál no?
Oh Jesús, que vives en María ven a vivir en nosotros, tus siervos, con tu Espíritu de santidad, con la plenitud de tus dones, con la perfección de tus caminos, con la realidad de tus virtudes, con la comunión de tus misterios. Domina en nosotros sobre todo poder enemigo, por tu Espíritu Santo, para gloria del Padre. Amén.
ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA
Dios te salve, María Hija amabilísima del Eterno Padre, Madre admirable del Hijo, Esposa fidelísima del Espíritu Santo, Templo augusto de la Santísima Trinidad. Dios te salve, Princesa soberana, A quien todo está sometida en el Cielo y en la tierra. Dios te salve, Refugio seguro de los pecadores, Nuestra Señora de la Misericordia, que a nadie has rechazado jamás. Por más pecador que yo sea, me postro en tu presencia, suplicándote me alcances de Jesús, tu Hijo querido, la contrición y el perdón de todos mis pecados, junto con la divina Sabiduría. Me consagro a ti del todo y con todo lo que tengo. Te elijo desde hoy por mi Madre y Señora. Trátame, pues, como el último de tus hijos y el más sumiso de tus servidores. Escucha, Princesa mía, escucha los suspiros de un corazón que desea amarte y servirte con fidelidad.
Que no se diga que, de todos los que a ti han recurrido, soy el primero que ha sido abandonado. ¡Oh esperanza mía, oh vida mía, oh mi fiel e inmaculada Virgen María! Escúchame, defiéndeme, aliméntame, instrúyeme y sálvame. Amén
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario