San Miguel Arcángel, yo me consagro a ti. Me pongo a mí mismo, a mi familia y a todo lo que me pertenece, bajo tu poderosa protección. Acrecienta el fervor en mi corazón y recuerda que, desde este día, yo estoy bajo tu amparo.
Obtén para mi gracia de amar con todo mi corazón de Dios. Mi padre, a Jesús, mi salvador; al Espíritu Santo, mi Santificador, y a María, mi dulce Madre. Amén.
Oh gran príncipe del Cielo, guardián sumamente fiel de la Iglesia, San Miguel Arcángel, yo, aunque indigno de presentarme a ti, pero confiado en tu especial bondad, emocionado (a) por la excelencia de tus plegarias y de la multitud de tus buenas obras, me presento a ti, acompañado (a) por mi Ángel de la Guarda; y en presencia de todos los Ángeles del Cielo a quienes tomo como testigos de mi devoción por ti, te elijo hoy como mi protector y abogado particular, y me propongo firmemente honrarte siempre y ensalzarte con todas mis fuerzas.
Asísteme durante mi vida, para que nunca ofenda los ojos purísimos de Dios, ni con obras, o palabras o pensamientos. Defiéndeme contra todas las tentaciones del demonio, especialmente aquellas contra la fe y la pureza; y en la hora de mi muerte, dona la paz a mi alma y hazme entrar a la Patria Eterna. Amén.
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