Los jóvenes murieron en el año 285, quedan lejos de nuestra historia del tercer milenio.
Sin embargo, sus obras y sus nombres han quedado grabados en las páginas de la historia de la Iglesia para siempre.
El alma que quiere darse por entero a Dios, no ha de buscar nada para sí mismo sino que pensar, hablar y actuar tienen como meta Dios. Y esto no es ninguna beatería, sino un impulso fuerte e intenso a desvivirse por los demás.
Se establecieron en Roma y aprendieron el oficio de zapateros. Y desde cualquier trabajo se puede hacer un anuncio y proclamación del Evangelio y de las riquezas que aporta al alma humana.
Este servicio lo concretó en hacer zapatos para los pobres. A estos, no les cobraban absolutamente nadaa os ricos si
Lo bonito de estos dos creyentes es que aprovechaban los momentos de venta o de dar gratis para hablar con entusiasmo de Jesucristo.
Y con la mayor naturalidad del mundo.
Debían vivir lo que decían porque la gente los escuchaba con agrado.
Los dos hermanos vivieron así varios años y más tarde, cuando cl emperador Maximiano fue a la Galia, fueron acusados ante él. Maximiano, probablemente más por complacer a los acusadores que por satisfacer su propia crueldad y susperstición, mandó que Crispín y Crispiniano compareciesen ante Ricciovaro, que era un enemigo irreconciliable del cristianismo (si es que existió en realidad). Ricciovaro los sometió a diversas torturas y trató en vano de ahogarlos y cocerlos vivos. Ese fracaso le encolerizó tanto, que se arrojó en la hoguera preparada para los mártires, a fin de quitarse la vida. Entonces, Maximiano mandó decapitar a los dos hermanos..