viernes, 28 de diciembre de 2012
28 de diciembre La Masacre de los inocentes Los primeros mártires
El pintor italiano Giotto representó en este fresco la matanza de los inocentes que se encuentra en la capilla Scrovegni en Padua y fue pintado entre 1302 y 1306.
Herodes, Tetrarca de Galilea, mandó matar a todos los niños con edad inferior a dos años, con motivo del nacimiento de nuestro Redentor, pues los Reyes Magos ingenuamente preguntaron a esa autoridad política si había oído hablar del Rey de los Judíos que había nacido. [La matanza de los inocentes, Gruta de Subiaco]
Herodes juzgó que dos soberanos no cabrían en el mismo Estado. Por lo tanto era necesario eliminar a ese niño. Mandó a buscarlo y no lo encontró. Ordenó entonces aquella matanza de los inocentes.
Fueron esos los primeros mártires de la Iglesia Católica.
¿Por qué mártires?
Por una razón muy simple: fueron exterminados por odio a la fe, por odio a Dios, por odio al Niño que les dio la honra de haber nacido aproximadamente en la misma fecha en que El vino al mundo. Asesinados de esa forma, fueron al Cielo como mártires. Son ellos los Santos Inocentes.
Los ángeles aparecieron en la noche de Navidad, proclamaron: “Gloria a Dios en lo más alto de los Cielos y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”. Sin embargo, los primeros actos que se desarrollan a partir de esa fecha llena de luz, repleta de bendición y paz, están también cargados de amenazas para el futuro. Lo que parece, para el espíritu superficial, estar en contradicción con el contenido de la frase “Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”. Porque se tiene la impresión de que los hombres de buena voluntad no sufrirían persecución, ni tendrían que luchar.
Entre los padres y madres de tales niños, que figuran en el fresco de Giotto, probablemente algunos serían hombres de buena voluntad. Sin embargo ¿que les sucedió? La ejecución de sus hijos. Una cosa inmensamente trágica, por lo tanto.
En una especie de tribuna se ve a Herodes ordenando la masacre. Se distingue a los verdugos que buscan a las personas, mientras estas intentan esquivarlos.
En un primer plano se observa a una mujer que evidentemente no quiere entregar a su hijo. Más adelante se perciben escenas de agitación y de violencia. La escena es dramática y al mismo tiempo admirable.
Alguien podrá preguntar: “¿Ellos no están bautizados?” Respuesta: ellos fueron bautizados en su propia sangre. Agraciados por el bautismo de sangre. Y son pues, tanto cuanto se pueda calcular, los primeros cristianos fallecidos, beneficiándose de los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, poco tiempo después de su nacimiento.
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