martes, 16 de julio de 2013

Oración a la virgen del Carmen

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¡Oh Virgen del Carmen, María Santísima! Vos sois la criatura más noble, la más sublime, la más pura, más bella y más santa de todas. ¡Oh si todos os conocieran, Señora y Madre mía, si todos os amaran como Vos merecéis! Pero me consuelo porque tantas almas dichosas en el Cielo y en la tierra viven enamoradas de vuestra bondad y belleza. Y me alegro más porque Dios os ama a Vos sola más que a todos los hombres y ángeles juntos. Reina mía amabilísima, yo, miserable pecador, también os amo, pero os amo poco en comparación de lo que Vos merecéis; quiero, pues, un amor más grande y tierno hacia Vos, y esto Vos me lo habéis de alcanzar, ya que amaros a Vos y llevar vuestro Santo Escapulario es una señal de predestinación a la gloria, y una gracia que Dios no concede sino a los que eficazmente quiere salvar. Vos, pues, que todo lo alcanzáis de Dios, conseguidme esta gracia: que mi corazón arda en vuestro amor, conforme al afecto que Vos me mostráis; que os ame como verdadero hijo, ya que Vos me amáis con el amor más tierno de Madre, para que, uniéndome con Vos por el amor aquí en la tierra, no me separe de Vos después en la eternidad. Amén.

Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal El Escapulario de la Virgen del Carmen

Las Apariciones de la Santísima Virgen María en San Sebastián de Garabandal
Capítulo 141

El Escapulario del Carmen.

Imágen milagrosa de la Virgen del Carmen; reproduce la que fue
traída a Italia por San Ángelus desde el Monte Carmelo en 1223.

La Santísima Virgen María se apareció en Garabandal como Nuestra Señora del Monte Carmelo, incluso con su mismo vestido, que fue originalmente blanco y con manto azul. El hábito marrón se puso siglos después para diferenciarla más de la Inmaculada.
La Virgen lleva en su brazo derecho el escapulario marrón, con una Cruz por una cara y por la otra la montaña del Carmelo, para indicarnos que debemos seguir a Jesús en todas la cruces de nuestra vida y ascender a las cumbres de la santidad siguiendo las virtudes que Ella enseñó a la Orden Carmelitana.
Llevar puesto el escapulario significa ser del todo de Ella y siendo de Ella somos del todo de Dios.
Dice el P. Eusebio Gómez, OCD :
Al hablar de la Virgen del Carmen, la Virgen del Monte Carmelo, viene a nuestra mente la Virgen del Escapulario, la Madre de los carmelitas y de tantos hijos que la honran.
El Monte Carmelo, en Palestina, donde nació la Orden del Carmen y la devoción a la Virgen, es uno de esos lugares que se nos ha dejado para que podamos encontrar a Dios por medio de María.
El Monte Carmelo es un lugar encantador. Enclavado entre el azul del mar y el verde de la montaña y la llanura, la riqueza de su flora y el buen clima hacen de este lugar uno de los más hermosos de Tierra Santa.
El lugar está formado por una cadena de montañas de seis a ocho kilómetros de ancho, y se despliega en colinas onduladas surcadas por numerosas quebradas. En el Monte Carmelo hay dos lugares de especial devoción y presencia carmelitana: A-Muhraqa, el Sacrificio de Elías, y Stella Maris, donde se encuentra el monasterio y la iglesia de la Virgen.
Es el lugar santo donde Elías derrotó la idolatría, es cantera de santos, montaña sagrada, la más sagrada de todas. El Carmelo es de María, en él ella es patrona y "señora del lugar", "ella tiene la belleza del Carmelo".
Ya en el siglo XIII los Carmelitas moraban en el Monte Carmelo. El 30 de enero de 1627, los Carmelitas Descalzos recibieron la autorización pontificia para fundar de nuevo y desde entonces se preocuparon por impulsar el culto a María. En 1633, Próspero del Espíritu Santo erigió un altar y colocó un cuadro de María y junto a él una lamparita, que ardía noche y día y quería simbolizar el amor del Carmelo a la Virgen.

El escapulario del Carmen.
Los ermitaños carmelitas eligieron a la Virgen y se entregaron a ella como a su Señora y Patrona.
El escapulario, según Pío XII, "trajo sobre todo el mundo un río inmenso de gracias espirituales y temporales". Pablo VI proclamaba en la "Marialis cultus", que la devoción al escapulario, junto con el santo rosario, era una devoción verdaderamente "católica". El Papa Juan Pablo II ha confesado: "Yo también llevo sobre el corazón, desde hace mucho tiempo, el escapulario del Carmen".
El santoral brusulense nos dice cómo surgió la entrega del escapulario. Dice así:
"San Simón, inglés, hombre de gran santidad y devoción, en sus oraciones suplicaba continuamente a la Virgen que favoreciese a su Orden con algún privilegio especial".
Se le apareció la gloriosa Virgen, sosteniendo en su mano el escapulario, y le dijo:
"Este es el privilegio para ti y para los tuyos: el que muera con él se salvará".
El escapulario, como sacramental de la Iglesia, tiene la misión de insertar a los fieles en una especial relación con María. Llevarlo supone vivir con María como una verdadera madre.
Llevar el escapulario nos recuerda que hemos sido revestidos de Cristo y que, como María, debemos permanecer fieles a Dios. Es ser carmelita y como tal se adquiere un compromiso de asimilar y vivir la espiritualidad del Carmelo.
***

Durante las Apariciones de Garabandal hubo un suceso singular:
El Arcángel San Miguel besó el escapulario que llevaban tres hermanos de San Juan de Dios que visitaban por primera vez el pueblo y además el Arcángel dijo que ese día había venido a darle la Comunión a Conchita en los Pinos porque ellos estaban allí.
La Virgen vino a Garabandal para darnos unos mensajes urgentes y para revestirnos de sus mejores dones y gracias como Nuestra Señora del Carmen.
El término "Carmen" corresponde al Monte Carmelo en Oriente. Allí, el Profeta Elías reunió un grupo de discípulos y con ellos constituyó la Orden del Carmen, en honra de la Virgen Madre que había de venir, y a la espera de Ella.
La Orden Carmelita fue conocida ya en otros tiempos como "Hermanos de la Santísima Madre de Dios y siempre Virgen Maria del Monte Carmelo" una orden descendiente de la vida eremita de las montañas de Palestina, bajo la dirección de los profetas Elías y Eliseo, 873 - 854, A. C.
En el año 1238 esta orden de Nuestra Señora tuvo que superar dificultades y amenazas para sobrevivir. Durante este periodo de tiempo de crisis San Simón Stock, superior general de la orden, implora a Nuestra Santa Madre algún signo especial de su amor para sustentar a su orden y para fortalecer sus débiles estructuras.
San Simón rezaba:
"Oh, hermosa flor del Carmelo, la vid más fructífera, esplendor del Cielo, santa y única, que trajo a la vida al Hijo de Dios, ahora y siempre Virgen Pura, asísteme en mi necesidad. Oh, estrella del mar, ayúdame y protégeme. Te lo suplico como mi madre que eres".
El 16 de julio de 1251, la Santa Madre de Dios dio una respuesta sin precedentes a las peticiones de San Simón Stock.
Radiante y rodeada de una multitud de ángeles, Nuestra Señora del Monte Carmelo se apareció al anciano monje cuando estaba arrodillado en oración en Aysfort, Inglaterra, dándole el escapulario marrón carmelita. Ella le hizo una promesa de salvación.
"Recibe, mi querido hijo, el Escapulario que te presento a ti y a tu Orden. Es un signo de predestinación. Quienes mueran con este signo de amor no sufrirán el fuego eterno".
La promesa de nuestra Santa Madre se extendió por el mundo entero. Todos, gente de toda forma de vida, papas, obispos, reyes y pueblo llano proclamaron la bondad de Nuestra Señora y solicitaron el Escapulario Marrón Carmelitano, que ya había hecho numerosos milagros y prodigios.
A partir de esta misericordiosa intervención de la Madre de Dios, la Orden Carmelita floreció, acrecentando en toda la Iglesia Católica la devoción a la Santísima Virgen.
Tres estrellas del Carmelo, entre muchas, brillarán por siempre en el firmamento de la Iglesia: Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y Santa Teresita del Niño Jesús.

La segunda promesa del Escapulario, conocida como "Privilegio Sabatino"  fue hecho por Nuestra Señora al Papa Juan XIII. Prometió a los que llevasen el Escapulario, en el momento de la muerte:
"Como una Madre tierna, descenderé al Purgatorio el sábado después de su muerte y les conduciré a las mansiones celestiales de la vida eterna".
El escapulario, como sacramental de la Iglesia, tiene la misión de llevar a los fieles a una especial relación con María. Llevarlo supone vivir con María como verdadera madre nuestra que Ella es.


A. M. D. G.

Una estupenda reflexión sobre "el mal menor"

EL MAL MENOR POLITICO... TACTICA MAQUIAVELICA DEL LIBERALISMO \\



 Quisiera decir algo católicamente correcto sobre el concepto de “mal menor”. Y explicar que
 una cosa es la lícita doctrina moral del mal menor y otra más discutible la táctica política de
l mal menor. La táctica política malminorista es, desde hace doscientos años, seña de
 identidad del llamado catolicismo liberal, una ideología que ha pretendido conciliar la Verdad
 que predica la Iglesia con el relativismo y el naturalismo. Soy consciente de que
 muchos católicos sinceros siguen confiando en las tácticas maquiavélicas del mal menor y del
 voto útil tal vez porque no acaban de descubrir otra que les convenza. Después de pensarlo
 un poco les diré mi opinión: que hacer propuestas malas sabiendo que son malas y
 esperando con ello evitar el triunfo de propuestas peores suena, cuando menos, bastante
 inmoral. Y además es ineficaz.


La doctrina moral del Mal Menor

Los buenos filósofos explican que el mal no tiene entidad propia porque sólo es ausencia de
 bien. El mal menor pues no es más que carencia de bien. Y en este sentido mal menor es
 exactamente lo mismo que bien mayor. Como en el ejemplo de la botella
 “medio llena”o “medio vacía”sabemos que el nivel puede cambiar a más o a menos. 
Sabemos que diversas limitaciones internas o externas nos alejan siempre de la 
perfección individual y social. Por eso la doctrina del mal menor, que exige procurar 
siempre el mayor bien posible y evitar el mal en lo posible, es válida siempre. Ante 
una elección -suponiendo que nuestra única responsabilidad sea elegir- no existe otra 
posibilidad de rectitud ética que elegir lo mejor. Y si todo es malo hay que elegir el mal 
menor. Y no estará de mas convenir que en ciertos casos el negarse a elegir, es decir, la 
abstención, aún siendo un mal, puede ser el verdadero mal menor que estamos buscando.
 Todo ello suponiendo -insisto- que nuestra única responsabilidad sea elegir. La cosa 
cambia, como veremos, si nuestra responsabilidad no es elegir, sino hacer, o proponer. Al
 fin y al cabo vivimos en una sociedad plural en la que tenemos el deber de participar. ¿Se 
satisfará ese deber con la mera elección pasiva del mal menor? Si el llamamiento es a 
participar, a hacer, a construir, habrá que HACER el bien.

La táctica política del Mal Menor

La táctica política del mal menor ya no se limita al momento electoral, pues consiste en 
proponer unos males (menores) para evitar que triunfen otros males (mayores). Es la
 tentación política que nos acosa cuando tenemos la responsabilidad de hacer propuestas.
 Y llegados a este punto he llegado a una conclusión: desde el punto de vista ético nunca
 puede ser lícito proponer un mal, aunque éste sea menor.
He aquí algunos argumentos de por qué no es bueno el malminorismo:

- Porque la doctrina católica es clara al respecto cuando afirma que la conciencia ordena
 “practicar el bien y evitar el mal”(Cat. 1706 y 1777), que no se puede “hacer el mal”
si se busca la salvación (Cat. 998) y que “nunca está permitido hacer el mal para 
obtener un bien”. (Cat.1789)

- Porque la responsabilidad de los laicos católicos no puede limitarse a elegir 
pasivamente entre los males que los enemigos de la Iglesia quieran ofrecer, sino que
 debe ser una participación activa y directa, “abriendo las puertas a Cristo”.

- Porque el mal menor pretende asignar a los católicos un papel mediocre y pasivo 
dentro del nuevo sistema “confesionalmente aconfesional”.

- Porque el mal menor convierte en cotidiana una situación excepcional.

- Porque una situación de mal menor prolongada hace que el mal menor cada vez sea 
mayor mal. Los males “menores”de nuestros días pesan demasiado como para 
no evidenciar un enfrentamiento radical con el Evangelio: el individualismo, la 
relativización de la autoridad, el primado de la opinión, la visión científico-racionalista
 del mundo... principios que se manifiestan en la pérdida de fe, la crisis de la familia,
 la corrupción, la injusticia y los desequilibrios a escala mundial, etc.

- Porque la táctica del mal menor se ha demostrado ineficaz en el tiempo para alcanzar 
el poder o reducir los males.

- Porque es preciso exponer en su integridad el mensaje del Evangelio ya que “donde el 
pecado pervierte la vida social es preciso apelar a la conversión de los corazones y 
a la gracia de Dios”(...) y “no hay solución a la cuestión social fuera del Evangelio”(Cat. 1896)

- Porque la propuesta de un mal por parte de quien debiera proponer un bien da lugar
 al pecado gravísimo de escándalo que es la “actitud o comportamiento que induce a otro
 a hacer el mal”).
(Cat. 2284). A este respecto es muy clara la enseñanza de Pío XII: “Se hacen culpables 
de escándalo quienes instituyen leyes o estructuras sociales que llevan a la degradación 
de las costumbres y a la corrupción de la vida religiosa, o a condiciones sociales que, 
voluntaria o involuntariamente hacen ardua y prácticamente imposible una conducta cristiana
 conforme a los mandamientos (...) Lo mismo ha de decirse (...) de los que, manipulando 
la opinión pública la desvían de los valores morales”. (Discurso de 1/6/1941.
Recogido en: Cat. 2286).

- Porque un mal siempre es un mal y “es erróneo juzgar la moralidad de los actos 
considerando sólo la intención o las circunstancias”(Cat. 1756).

Cómo nace el Mal Menor

Históricamente, la táctica política del mal menor nace en la Europa cristiana postrevolucionaria
 de la mano de dos movimientos políticos católicos: el catolicismo liberal y la democracia 
cristiana. Es complicado desentrañar los motivos que llevan a sus promotores a adoptarla en
 la teoría. Y son contradictorios los hechos y las decisiones adoptadas en la práctica. No entraré 
a juzgar la intención. En muchas ocasiones los malminoristas han sido hombres de iglesia,
 católicos inquietos por los avances de la revolución y deseosos de hacer algo en un 
contexto de debilidad de la respuesta católica a la revolución liberal.

Se puede llegar al malminorismo por diversos motivos que se superponen y entremezclan:

- Por “contaminación”del pensamiento revolucionario y el deslumbramiento ante la aparente 
perfección de las nuevas ideologías. Buscando, por ejemplo, el compromiso de la Iglesia con
 una forma política concreta (nacionalismo, parlamentarismo, democracia de partidos, etc.)

- Por exageración de los males del Antiguo Régimen y su identificación con la misma Doctrina 
Católica.

- Por cansancio en la lucha contrarrevolucionaria, por el acomodo conservador de quienes están
 llamados a la valentía.

- Por una derrota bélica de las políticas católicas, o tras un período intenso de persecución religiosa.

- Por una aparente urgencia de transacción con los enemigos de la Iglesia a fin de que, al menos,
 sea tolerada por unas autoridades hostiles una mínima labor apostólica.

- Por maniobras de partidos revolucionarios que intencionadamente procuran sembrar dudas y
 división entre los católicos.

- Por la carencia de verdaderos políticos católicos lo cual anima la intromisión del clero en la 
política concreta.

- Por la misma intromisión clerical en el juego político lo que a su vez retrae de la participación a
 unos y desautoriza la labor independiente -y tal vez discrepante en lo contingente- de otros laicos.

- Por ingenuidad de los católicos que confían sin garantías en las reglas del juego establecidas
 por los enemigos de la fe.

- Por una sobrevaloración del éxito político inmediato olvidando que, como dice el catecismo: 
“el Reino no se realizará (...) mediante un triunfo histórico de la Iglesia en forma de un
 progreso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal”.
 (Cat. 677)

- Por una creciente desorientación y falta de formación del pueblo católico que genera pesimismo
 o falta de fe en la eficacia salvadora de los principios del Derecho Público Cristiano.

- Por un enfriamiento en la fe y la religiosidad. Porque sin ayuda de la gracia es muy difícil “acertar 
con el sendero a veces estrecho entre la mezquindad que cede al mal y la violencia que,
 creyendo ilusoriamente combatirlo, lo agrava”. (Centesimus Annus, 25. En Cat. 1889)

Cómo ha evolucionado la táctica del Mal Menor

La táctica del mal menor no se ha introducido de golpe en ningún momento. Lo ha hecho
 de forma progresiva (a peor) a lo largo de los dos últimos siglos. En la historia política 
de los países europeos se podrían identificar las siguientes situaciones:

- En un primer momento, tras el choque violento de la revolución, y argumentando el 
accidentalismo de la Iglesia (que corresponde a la institución pero no a los laicos), los
 malminoristas toleran, consienten y hasta promueven la disolución de estructuras 
políticas y sociales tradicionales (monarquía, gremios, instituciones religiosas, bienes
 comunales, etc.) que eran de hecho un freno a la revolución.

- Paralelamente a la secularización de la política y por un cierto maquiavelismo, empiezan
 a omitir los argumentos religiosos a la hora de hacer propuestas con la ilusión de captar 
así el apoyo de los no católicos. Algunos llegan a afirmar como justificación para no 
hablar de la Redención que “la doctrina cristiana es más importante que Cristo”lo cual 
no deja de ser puro pelagianismo.

- El paso siguiente en la táctica malminorista es el intento de unión de los católicos 
en torno a un programa mínimo pero no para presentar una alternativa al nuevo 
régimen sino para integrarse mejor en él con la idea de “cambiarlo desde dentro”. Para ello
 se procura el desprestigio de otros políticos y tácticas católicas marginales.

- Un recurso frecuente en los malminoristas es tratar de ganar la simpatía de la jerarquía
 mediante promesas de “paz y reconciliación”que permitan la reconstrucción material de las
 Iglesias y el mantenimiento regular del culto. Se trata de un intento desesperado de salvar
 “lo que se pueda”, de tentar a la jerarquía de la Iglesia con una dirección política que no
 le es propia. Que podría ser algo excepcional, pero no la tónica habitual de participación 
política católica.

- En ocasiones son los propios obispos o miembros del clero quienes promueven grupos 
políticos en esa línea con una mentalidad puramente defensiva de la Iglesia. Esta intromisión
 empobrece la acción política de los católicos, la hace “ir a remolque”de las propuestas 
revolucionarias, y compromete a la Iglesia con soluciones políticas legítimas pero opinables. 
Cuando alguien propone hacer acción social, como lo hizo en España un influyente obispo,
 “para que no se nos vayan los obreros de la Iglesia”está falseando la finalidad de la 
verdadera acción social, que no puede ser un mero instrumento de catequesis, sino un deber
 de justicia y responsabilidad de los laicos.

- El caso del Ralliement propuesto por León XIII, que envalentonó aún más a los enemigos 
de la Iglesia en Francia, o la verdadera traición de ciertos obispos mexicanos a los 
católicos cristeros, milagrosamente perdonada por el pueblo fiel, son dos ejemplos 
de las nefastas consecuencias a las que puede llevar el malminorismo. En este sentido
 la claridad del Concilio Vaticano II al exigir la abstención del clero de toda actividad 
política representa una rectificación importante. Es preciso reconocer que el empeño cobarde 
de algunos cristianos por buscar la mera supervivencia material de la Iglesia, la “añadidura”,
 ha sido un anti-testimonio escandaloso. Es un escándalo que quienes dicen con el Evangelio
 “Buscad el Reino de Dios y su justicia...”olviden que el mal moral es “infinitamente más 
grave”que el mal físico. (Cat. 311)

- Más recientemente y coincidiendo con la euforia previa al Concilio Vaticano II se procuró la
 disgregación de partidos, asociaciones, instituciones y estados católicos con la idea de 
potenciar una especie de “guerra de guerrillas”que pudiera conquistar así la opinión pública
 y llegar a todos los rincones del entramado social. Los resultados están a la vista: no 
sólo se han debilitado o extinguido las antiguas herramientas sino que además no ha
 surgido esa nueva”guerrilla”y no se ha conquistado nada nuevo -o poco- que no fuera ya 
católico.

- El último paso del malminorismo y la demostración palpable de su maquiavelismo es la 
justificación del voto útil lo que, paradójicamente, contradice el mal menor porque 
propugna que se vote no ya al menos malo, sino a la opción que tenga mayores
 posibilidades de triunfo, aunque sea peor que otras opciones con menos posibilidades.

La ineficacia del Mal Menor

Al analizar la génesis y desarrollo de las tácticas malminoristas, en ningún caso condeno 
aquí la intención de quienes las han apoyado o apoyan. Simplemente quiero constatar 
algunas razones que expliquen por qué el malminorismo nunca consigue lo que se propone. 
No consigue reducir el mal mayor:

- Porque las energías que debían gastarse en proponer bienes plenos se gastan en 
proponer males menores.


- Porque es una opción de retirada, pesimista, en la que el político católico esconde
 sus talentos por temor, o por falsa precaución.

- Porque la táctica del mal menor predica la resignación; y no precisamente la resignación
 cristiana, sino la sumisión y la tolerancia al tirano, a la injusticia y al atropello.
 Con tácticas malminoristas nunca se habría decidido el alzamiento español de 1936, ni
 habría caído el muro de Berlín. No habría habido Guerra de la Independencia Española,
 ni insurgencia católica en la Vendée, ni Carlistas en España, ni Cristeros en México. 
Y tal vez ninguna oposición habría encontrado el avance islámico por Europa. No 
habrían existido ni Lepanto, ni Cruzadas, ni Reconquista.

- Porque el mal menor se presenta como una forma inteligente de favorecer económica 
y físicamente a la Iglesia olvidando que la mayor riqueza de la Iglesia -su única riqueza- 
es el testimonio de la Verdad, testimonio que si sigue hoy vivo es gracias a la sangre de
 los mártires.

- Porque hay ejemplos sobrados en los que el triunfo del malminorismo ha dado el poder
 a partidos que reclamando el voto católico han amparado, y eso ha pasado en media
 Europa, una legislación anticristiana (divorcio, aborto, etc.).

En definitiva, el malminorismo no ha sido derrotado nunca porque en sí mismo es una
 derrota anticipada, una especie de cómodo suicidio colectivo. Es el retroceso, la postura 
vergonzante y defensiva, el complejo de inferioridad. Defendiendo una táctica de 
mal menor, los cristianos renuncian al protagonismo histórico, como si Cristo no 
fuese Señor de la historia. Se creen maquiavelos y sólo son una sombra en retirada. 
Niegan en la práctica la posibilidad de una doctrina social cristiana, y niegan la evidencia
 de una sociedad que, con todas sus imperfecciones, ha sido cristiana. El malminorismo
, contrapeso necesario de una revolución que en el fondo es anticristiana, ha fracasado
 siempre, desde su mismo nacimiento.

En cambio, la historia de la Iglesia y de los pueblos cristianos está llena de hermosos
 ejemplos en los que el optimismo -o mejor, la esperanza cristiana-, nos enseña que
 es posible, con la ayuda de Dios, construir verdaderas sociedades cristianas. La política
 cristiana no ha fracasado en la medida en que todavía hoy seguimos viviendo de las
 rentas de la vieja cristiandad occidental.

Conclusiones

Es alentador comprobar que, gracias a Dios, los errores filosóficos o teológicos, cuando
 se concretan en movimientos y personas, siguen adelante en medio de felices incongruencias,
 acuciados por la realidad de las cosas. Raras veces llegan a desarrollar las últimas 
consecuencias de sus principios. Por eso el resultado de una acción política, aunque
 parta de unos principios erróneos, es incierto y sorprendente. “Dios creó un mundo
 imperfecto, en estado de vía”. (Cat. 310) y ni siquiera el acceso al gobierno político de
 personas santas podría eliminar todas las imperfecciones de este mundo.

Una vez reconocida esta tremenda limitación de la realidad política, nuestra responsabilidad
 de laicos católicos no puede ser la resignación ante un mundo imperfecto, sino la lucha y la
 aventura por procurar el acercamiento a ese ideal de perfección que propone también a un
 nivel social el Evangelio. Aquí radica el verdadero y sano pluralismo que debe existir entre
 los católicos, porque sin reconocer cierto “derecho a la equivocación”será imposible rectificar
 y mejorar.

La Doctrina de la Iglesia está pidiendo a los laicos católicos una participación activa en la
 vida política, solos o acompañados. Todo llamamiento a la unidad entre los católicos no
 puede exigir mas que una unión en los principios pre-políticos, es decir, en torno a una 
misma idea de bien común. Y esa acción política católica es responsabilidad exclusiva de 
los laicos, no de la Institución jerárquica. Laicos solos, o laicos agrupados. Pero laicos.

En cuanto a los conceptos de mal menor y voto útil, estas son mis conclusiones:

- El mal menor como doctrina moral es siempre válido si nuestra responsabilidad es 
exclusivamente la elección.

- El mal menor como táctica política nace en la Europa postrevolucionaria en un contexto
 de debilidad de las opciones políticas cristianas.

- La táctica del mal menor es pesimista e ineficaz.

- La táctica política del voto útil es puro maquiavelismo político y aunque aparentemente
 contradice la táctica del mal menor es en realidad una vuelta de tuerca en una misma
 concepción que esteriliza la acción política de los laicos católicos.



F. Javier Garisoain Otero
Secretario General de la Comunión Tradicionalista Carlista

Mensaje de la Virgen María Reina de la Paz, desde Medjugorje del 2 de julio de 2013


"Queridos hijos, con amor materno les ruego:   entréguenme sus corazones para poder ofrecerlos a mi Hijo y liberarlos, liberarlos de todo aquel mal que, cada vez más, los aprisiona y los aleja del único bien, de mi Hijo, liberarlos de todo lo que los lleva por el camino equivocado y les quita la paz. Yo deseo conducirlos a la libertad prometida por mi Hijo, porque quiero que aquí se cumpla plenamente la voluntad de Dios. Para que por medio de la reconciliación con el Padre Celestial, a través del ayuno y la oración, nazcan apóstoles del amor de Dios, apóstoles que, libremente y con amor, difundirán el amor de Dios a mis hijos, apóstoles que difundirán el amor de la confianza en el Padre Celestial, y abrirán las puertas del Paraíso. Queridos hijos, ofrezcan a sus pastores la alegría del amor y del apoyo, que mi Hijo ha pedido a ellos dárselos a ustedes. ¡Les agradezco!